El cardenal Groer, arzobispo de Viena, acusado por un ex alumno de abuso sexual
El arzobispo de Viena, Hans Hermann Groer, de 75 años, se mantuvo encerrado ayer en el arzobispado y, a pesar de la conmoción pública desatada, no hizo declaraciones sobre las denuncias de abusos sexuales a uno de sus alumnos durante cuatro años en la década de los setenta. En la edición de ayer de Profil, el semanario político de mayor influencia en Austria, Josef Hartmann, de 37 años, asegura que Groer, entonces su guía espiritual y profesor de religión en el internado católico de Hollabrunn, "abusé sexualmente de él" desde que tenía 14 años. A ésta se añaden hoy nuevas denuncias.
Cuatro obispos austriacos y la asociación de familias católicas de Viena calificaron de "calumnia" las acusaciones contra el cardenal. En un comunicado conjunto, los obispos Helmut Krátzl y Christoph Schónborn aseguraron que se trata de "in jurias infames" y que Groer no se querellará judicialmente. Hartmann dice que decidió romper el silencio de 20 años después del presunto delito porque le pareció "hipócrita" que en febrero pasado el cardenal citara a la Biblia en una carta epistolar "condenando a los pederastas, que no llegarán al reino del Señor"."Al comienzo eran sólo caricias y piropos sobre mi cabello rizado", dice Hartmann, que ingresó en el internado en 1972. "Yo tenía una apariencia muy femenina y esto le debió gustar a Groer", asegura. El actual cardenal entonces tenía algo más de 50 años y ninguna función oficial en el internado como prefecto o educador, pero era el consejero espiritual de los alumnos de cursos superiores. "Por eso nadie sospechó" cuando Hartmann era llamado a los aposentos de Groer por las tardes o en las noches "unas tres veces por semana". La relación "se fue haciendo cada vez más intensa", explica el ex alumno. El actual cardenal "me engañó", dice, "y me mostraba cómo se limpiaba uno las partes íntimas del cuerpo".
Según Hartmann, el arzobispo Groer le "alarmó" asegurando que podría adquirir "una infección en el pene" si no realizaba su higiene de manera adecuada. "Me enjabonaba todo el cuerpo y me limpiaba el miembro. Él estaba excitado y su erección era visible", dice Hartmann. El ritual se prolongó hasta que regresó del internado: "Después de la ducha tenía que tenderme en su cama y dejarme besar entero ... ) y se apretaba contra mí ( ... Yo era muy introvertido y no me atrevía a resistir" explica.
Hartmann reconoce hoy que él era "emocionalmente dependiente" del prelado, que le condenaba como "pecador" por masturbarse. "Después de cada masturbación iba adonde él, primero me condenaba y después me consolaba en la cama ( ... )." Otro ex alumno del Groer asegura en la edición de hoy del periódico Der Standard, que también fue víctima de los abusos sexuales del arzobispo.
La fiscalía no iniciará ninguna investigación porque el presunto delito ocurrió hace más de 20 años. La iniciativa de homosexuales de Austria HOSI criticó "la hipocresía de la Iglesia" y aseguró que la relación de Groer con su alumno "fue de abuso sexual porque se aprovechó de la relación de dependencia".
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