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La Guardia Civil investiga a una barrendera en paro, dueña de un castillo, por venderlo a trozos

Vicente G. Olaya

Emilia Fernández, de 40 años, es la dama del castillo de la Coracera, en San Martín de Valdeiglesias. Sin embargo, su actitud no corresponde exactamente con la figura que describen los libros de caballerías. Fernández es barrendera de profesión, pero en paro. "Durante años barrí el paseo de Rosales. Ahora estoy aquí, intentando restaurar el castillo que me dejó en herencia mi padre hasta que me salga algún trabajo". Emilia, que vive a duras penas de la pensión que le da su ex marido, está acusada de haber vendido columnas del castillo a un constructor. Según el alcalde, José Luis García, del PSOE, le pagaron 80.000 pesetas por ellas. La Guardia Civil investiga la venta ilegal de obras de arte.

Hace unos cuarenta años, el empresario Juan Fernández, aficionado a la historia medieval, compró la fortaleza de San Martín de Valdeiglesias (5.700 habitantes). Entre sus muros -recuerdan los vecinos- dio grandes fiestas. "Incluso compró dos leones para dar más ambiente a las juergas. Con su caballo recorría el pueblo y, cuando bebía un poco de más, se subía a las troneras y pegaba unos cuantos tiros al aire", relatan los lugareños. "Era un tipo algo raro", remachan. En 1985, Fernández murió en un accidente de tráfico. Sus propiedades fueron divididas entre sus hijos. A Emilia le tocó el gordo: el castillo de la Coracera.

Sin embargo, la bella y enorme fortificación pronto se reveló como un problema. El castillo, levantado en el siglo XIV por los nobles para apaciguar los levantamientos populares, acarreaba enormes gastos de mantenimiento y restauración.

El alcázar está formado por un recinto principal, de planta rectangular, de unos 25 metros de longitud. Adheridas, cuenta con cuatro torres de l0metros de altura. La torre del homenaje, de planta pentagonal, se eleva más de 20 metros. El estado de conservación del conjunto es bastante aceptable. No obstante, sus dependencias interiores han sido saqueadas durante años por los desaprensivos. Actualmente carece casi de mobiliario.

Ropa en el patio de armas

Cuando Emilia heredó el castillo lo primero que hizo fue sacar las toneladas de escombros que se acumulaban en su interior. Luego arregló algunas estancias y las transformó en su casa.

Allí vive con sus tres hijos, cinco perros y una yegua. Tiende la ropa en el patio de armas, guarda sus perros en la barbacana, mete los trastos en una capilla cisterciense y duerme en la torre del homenaje. Las mazmorras le sirven como improvisado bar que Emilia abre algunos días en verano.

"Es un lugar maravilloso para vivir. Yo formo ya parte de él. Por eso no se lo vendería la ningún particular, pero sí estoy dispuesta a llegar a acuerdos con las administraciones públicas", reconoce esta mujer que se declara republicana, sindicalista y de IU. "Además, estoy preparando unos cursos de restauración para jóvenes que, posiblemente, me subvencione la Comunidad Europea", augura.

La tranquilidad de la vida de Emilia se alteró hace un mes. El Ayuntamiento de San Martín recibió una curiosa denuncia. La dueña estaba vendiendo supuestamente elementos del castillo para poder sobrevivir. El Consistorio descubrió que dos enormes columnas de piedra habían sido adquiridas por un constructor de la zona para adornar su nuevo chalé en Pelayos de la Presa (1.100 habitantes). El alcalde denunció los hechos ante la Guardia Civil.

Emilia Fernández, que vive con el teléfono cortado y un generador de gasóleo que produce energía eléctrica para iluminar las viejas estancias, niega estas acusaciones. "Las columnas no son del castillo. Proceden de una finca que tenía mi, padre cerca de aquí. ¡Ojalá hubiesen tenido algún valor! Los castillos no tienen columnas: no son templos romanos", asegura. Fernández, aficionada al arte, ha creado recientemente la asociación de amigos de los toros de Guisando (monumento celta, situado en Ávila). "Eso sí que me parece importante, y no unas columnas que carecen de valor", remacha.

Miguel Ángel Castillo, director de Patrimonio de la Comunidad, no piensa lo mismo: "La venta es irregular y no tiene efecto legal. Los dueños del castillo tendrán que devolver el dinero y recuperar las piezas. La fortaleza es un monumento histórico-artístico y su patrimonio no puede ser vendido bajo ninguna justificación".

La Guardia Civil ha abierto diligencias contra Emilia por un supuesto deliteí contra el patrimonio por la venta de piezas de cerámica y pinturas, informa Jan Martínez Abrens. Por su parte, el alcalde recuerda que hace pocos años la fortificación contaba con un interesante mobiliario. "Creo que fue vendido por un millón de pesetas". García añade: "Lo mejor será que pase a ser propiedad municipal. Podríamos habilitar a Emilia un ala del castillo, por ejemplo, y a cambio utilizar el resto para actividades públicas". El Ayuntamiento le alquila a Emilia en verano el patio de armas para dar conciertos públicos. "A cambio, me hacen chapucillas: me arreglan los techos o me cortan las ramas de los árboles".

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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