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Tribuna
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Mujeres

Rosa Montero

Estoy leyendo un libro hermoso: Memorias de una niña de harén, de la marroquí Fátima Mernissi. En sus páginas atisbas la cultura musulmana desde dentro, desde las modestas, divertidas y conmovedoras voces de un puñado de mujeres que se pasan los días anhelando la libertad. Y la libertad para ellas no es un concepto filosófico, sino poder salir a la calle cuando quieran: pisar el campo, oler la primavera, descubrir que existen los horizontes. Porque están encerradas en el harén. Ese derecho a salir (y a ser, y a vivir) es algo tan básico que parece increíble que los humanos hayan llegado a construir semejante aberración como norma social. Pero mientras leo las Memorias, los matones del fanatismo entran en los colegios argelinos a degollar niñas: sólo porque quieren vivir (y salir, y ser).Como explica Mernissi, no es cierto que el Corán haya condenado a las mujeres a esta infamia. O sea, no es una cuestión religiosa, sino política y social. El integrismo árabe avanza avivado por la pobreza, la desdicha y la sensación de degradación que hoy padece gran parte del mundo islámico; y cuanto más desgraciados y míseros se sienten los varones, más se aplican en la opresión de la mujer (es tan consolador disponer de una esclava sobre la que creerse poderoso). Por medio del terror, además, intentan obligar a las madres a educar a sus hijos en los principios del integrismo: el papel de la mujer como transmisora de ideología es importante. Me temo que hay que prepararse para una larga lucha: las mujeres van a ser asesinadas y perseguidas en todo el mundo árabe. Pero no conseguirán acabar con ellas, porque el integrismo va en contra de la razón, de la historia y de la vida. Mañana, a las 19.30, hay una concentración en Madrid frente a la Embajada de Argelia (General Oraa, 12). Acudir es una pequeña manera de apoyarlas.

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