La unión croato-musulmana sigue sin consolidarse al cumplirse un año del pacto
Enaltecido ayer en Washington por los presidentes estadounidense, Bill Clinton, y croata, Franjo Tudjman, e ignorado en Zagreb por la gente de la calle, el primer aniversario de la federación entre musulmanes y croatas de Bosnia, instrumento político que EE UU auspició en marzo de 1994 para detener la guerra entre las dos comunidades, sigue siendo poco más que un magnificado alto el fuego en el 30% de Bosnia que no controlan los ultranacionalistas serbios. A un año del forzado matrimonio croato-musulmán, éste sigue sin consumarse. Los cónyuges desconfían profundamente el uno del otro.
La ausencia del jefe del Estado bosnio, Alia Izettbegovic, en el acto de la Casa Blanca, al que envió a su vicepresidente Ejup Ganic, que a la vez lo es de la federación, refleja cabalmente la distancia entre los dos principales signatarios del pacto de Washington hace un año. Izetbegovic estaba ayer en Bonn asegurando al Parlamento alemán que su Ejército volverá a la guerra a partir del 1 de mayo, cuando finaliza la tregua en vigor, si los serbios de Bosnia no aceptan antes el plan de paz de las potencias occidentales, que ya han rechazado reiteradamente.El viaje a EE UU del presidente croata tiene en realidad poco que ver con la celebración del primer aniversario de una unión en la que no cree., Tudjman, un general nacionalista de 72 años, quiere negociar con Washington y la ONU las condiciones en las que se quedarán en su país los 5.000 de los 14.000 cascos azules actuales, después de que hace una semana diera marcha atrás de su decisión de expulsarlos a partir de abril.
TudJman acusa a las tropas de la ONU de haber "congelado" con su acomodaticia presencia la ocupación por rebeldes serbios de una gran parte de Croacia, de la Krajina, un territorio en forma de bumerán que sigue la frontera occidental de Bosnia y que Zagreb considera irrenunciable. A pesar de las esporádicas soflamas de su presidente, destinadas al consumo interno, los croatas no creen que su país vaya a embarcarse en una aventura militar contra los serbios.
La paz entre la mayoría musulmana de Bosnia y los croatas ha conseguido poco en el terreno militar y nada en el político. Incluso la muy aireada y reciente alianza entre los Ejércitos bosnio y croata para contener el expansionismo serbio es interpretada de manera distinta por las dos partes sólo horas después de que los comandantes en jefe de sus Ejércitos, Rasim Delim, por los bosnios, y Tihomir Blaskic, por los croatas, lo anunciaran en Zagreb.Fanatismo y nacionalismo
A pesar de todos los manifiestos militares, por donde de verdad hace agua el barco de la federación entre croatas y musulmanes de Bosnia al año de su botadura es por el político, castigado por fanatismos religiosos y nacionalistas. Mientras Sarajevo ve en el acuerdo de 1994 la posibilidad de reconstruir una Bosnia-Herzegovina unitaria, la parte croata aspira claramente a un Estado bifronte en el que se mantendría Herzeg Bosna con Mostar como capital. Una ciudad que la intransigencia croata mantiene dividida, aunque el presidente Tudjman culpe de la situación al "fundamentalismo musulmán".
La presión estadounidense consiguió el mes pasado, en una reunión celebrada en Múnich, que los líderes croatas y musulmanes de Bosnia aceptaran el arbitraje de un mediador nombrado por Washington, Robert Owen, en sus interminables disputas constitucionales.
[Por otra parte, el aeropuerto de Sarajevo fue cerrado de nuevo ayer a los vuelos humanitarios después de que dos aparatos de las Naciones Unidas fueran alcanzados, presumiblemente desde posiciones serbias. La multiplicación de estos incidentes muestra, según fuentes de las propias Naciones Unidas, la fragilidad del actual alto el fuego, según informa Reuter.]
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