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El presidente de Estados Unidos acusa a los republicanos de beneficiar a los ricos

Antonio Caño

Dos conceptos diferentes sobre el papel del Estado y el Gobierno entraron ayer claramente en colisión en Estados Unidos cuando el presidente Bill Clinton propuso nuevas normas para disminuir la burocracia y agilizar el aparato estatal, al mismo tiempo que criticó los planes republicanos ¿le reducir drásticamente el gasto público para financiar los recortes de impuestos.En el fondo es una expresión más de la batalla que se viene librando en este país desde que los republicanos controlan el Congreso: unos, los conservadores, creen que el Estado es un estorbo para el desarrollo y, por tanto, hay que disminuir al máximo sus recursos y dejar que el dinero se quede en el bolsillo de quienes lo tienen para que ellos fomenten la inversión y el bienestar; otros, particularmente la Casa Blanca, quieren conservar la parte del Estado que puede ser útil para reducir los desequilibrios sociales, aunque no siempre cumpla ese propósito.

"Queremos un Gobierno que sea limitado pero efectivo, queremos quitar la paja pero dejar el grano", declaró ayer Clinton al anunciar una serie de medidas que harán más fáciles para los empresarios cumplir con las normativas impuestas por las agencias de control de medicinas, alimentos y medio ambiente.

Esas medidas ahorrarán trámites y dinero a las empresas, y harán en general más flexibles las reglas de control sanitario y ecológico. El plan forma parte del programa Reinventando el Gobierno, diseñado por el vicepresidente, Al Gore, que, según fuentes oficiales, ha servido ya para ahorrar 65.000 millones de dólares (8,5 billones de pesetas) en burocracia.

Dinero de los niños

Ayer mismo, la Cámara de Representantes aprobó una propuesta republicana para reducir en 17.200 millones de dólares los fondos de determinados programas del Gobierno, El portavoz de la Casa Blanca, Mike McCurry, arremetió duramente contra esa propuesta. "Básicamente lo que quieren es quitarle dinero a los niños, la educación y los policías para dárselo a los ricos, a través de sus recortes de impuestos".

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Esa reducción de 17.200 millones es sólo un aperitivo de los 190.000 millones de dólares que el presidente de la comité de Presupuesto de la Cámara de Representantes, John Kasich, ha propuesto reducir del gasto público para los próximos cinco anos. Esa cantidad es la misma que los republicanos quieren recortar de impuestos en idéntico periodo de tiempo.

Este debate sobre quién protege a los ricos y quién protege a los pobres ha empezado a minar la disciplina en las propias filas republicanas. Varios republicanos moderados, por ejemplo, se negaron ayer a respaldar la ley sobre los 17.200 millones de dólares de recortes.

El presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, y sus más fieles seguidores aceptaron eliminar algunos recortes previstos para no exponerse a una derrota que pondría en evidencia las dificultades del por las que atraviesa últimamente el Contrato con América.

Los primeros 100 días de mayoría republicana en el Congreso -el plazo marcado por Gingrich para aprobar todo el Contrato con América- se cumplen el próximo 7 de abril, y todavía queda por pasar la Cámara baja las leyes más controvertidas de ese programa.

La votación de la ley para limitar el mandato de los congresistas tuvo que ser aplazada la pasada semana porque Gingrich no contaba con los votos necesarios para su aprobación. Todas esas reformas, además, se están encontrando con un Senado mucho menos preparado que la Cámara baja para la revolución conservadora.

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