Godard filma su desencanto y soledad en un autorretrato

JLG-JLG Autoportrait de décembre es el último filme realizado por Jean Lue Godard. Se trata de un encargo de la Gaumont para celebrar los 100 años del cine. "Los herederos de León Gaumont" como les denomina el cineasta, querían una autobiografía de Godard, un "Godard contado por Godard" pero lo que el artista les ha librado es un autorretrato de su soledad y desencanto. Estrenado en una sola sala de París, sin publicidad televisiva -Godard prohíbe que pasen fragmentos de JLG por la pequeña pantalla-, el filme es una especie de final de trayecto para un hombre que creía que el cine podía ser otra cosa que cultura e industria.

Porque si algo impresiona en JLG no es la belleza desolada de los paisajes que filma, ni la bien recortada luz de unos interiores oscuros en los que sólo hay lugar para libros y pantallas, ni tampoco el impactante, montaje sonoro, sino el sentir que, al final de un largo recorrido, Jean Luc Godard está solo, en Rolle, frente al lago, dentro de su casa, leyendo a Wingenstein, Hammet o Tocqueville, o paseando, solo también, por unos paisajes que saben a Courbet o a Friedrich mientras él piensa en Rossellini, Nicholas Ray o Becket."Existe la cultura, que corresponde a la regla", explica, "y la excepción, que pertenece al arte. Todo el mundo habla en nombre, de la regla: ordenadores, camisetas, televisión. Nadie dice la excepción. No se dice. Se escribe -Flaubert,, ]Dostoievski-, se, compone -Gershwin, Mozart-, se pinta -Cézanne, Vermeer-, se filma -Antonioni Vigo". Y de ahí a una última constatación dramática ya sólo queda un paso que JLG, la película y el artista, dan: "Corresponde a la regla el. querer la muerte de la excepción y a la regla también que la Europa de la. cultura organice la muerte del arte".

No queda espacio para personajes como Godard, cada día más pintor y poeta y menos cineasta, más desengañado y melancólico. "Europa sólo son recuerdos y los EE UU sólo son camisetas", hablando con voz de ultratumba y respiración enfisematosa desde la vera del Leman, burlándose, a través de una cita de Tocqueville, de Delors y sus autopistas de la información, convencido de que "habitualmente la muerte llega y luego llevamos luto. Nadie sabe exactamente por qué, pero yo empecé por llevar luto y la muerte no ha venido". Obviamente, ya "llevaba luto por mí, de mi propia y única compañía". Y en la pantalla vemos un retrato de Jeannot, un Godard niño, triste y pensativo, en el que él parece reconocerse como Barthes también se reconocía en una foto de infancia, junto a su madre.

Menos espectadores

Cada filme de JLG tiene menos espectadores que el anterior. La magia de Prénom Carmen queda lejos y la confusión de escándalos en que se basó el éxito de Dios te salve María no ha vuelto a repetirse. Jacques Drillon dice, del hecho de que se exhiba en una sola sala, que "la Gioconda sólo se expone en un museo". Finalmente, la comparación es menos absurda de lo que parece, y Jean Luc Godard, JLG, en plena época de imágenes virtuales, de síntesis y de reproducción infinita de lo que haga falta, redescubre, en una película, el aura de la obra única.