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Berlusconi se alía con los comunistas para poner al Gobierno de Lamberto Dini contra las cuerdas

. Una precisa coincidencia táctica entre el bloque de la derecha que dirige Silvio Berlusconi y Refundación Comunista el único partido que todavía se reconoce en una ideología a la que el rey de la televisión italiana achaca todos los males del país y los suyos personales, impulsó ayer al primer ministro, Lamberto Dini, a poner en juego la continuidad de su Gobierno para que se apruebe el plan de ajuste económico que ha presentado al Parlamento. Su éxito no es seguro, y es probable que Dini sea censurado hoy. En tal caso, el Gabinete de tregua habría llegado a su término.

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Pero ni siquiera en esa hipótesis quedaría totalmente garantizado el objetivo común por el que Berlusconi no ha tenido reparos en subirse al mismo tren que sus denostados comunistas: la celebración inmediata de elecciones. Tal coincidencia, junto a los residuos sociales que perviven en Alianza Nacional (AN) como herencia de su recién abjurado neofascismo, explica que las fuerzas de Berlusconi coincidieran con Refundación Comunista para que se aprobaran dos enmiendas al plan de Dini durante las votaciones celebradas en la Cámara el martes.Las dos enmiendas aprobadas implicaban una merma de mas de cuatro billones de liras (unos 300.000 millones de pesetas) para el objetivo del plan de recortar el déficit público de este año en unos 20 billones de liras. Otra enmienda cuya discusión estaba prevista para hoy hubiera supuesto una merma adicional de 12 billones de liras. No hace falta sumar mucho para calibrar lo poco que hubiera quedado en pie del plan de Dini tras esta segunda corrección.

Pero al margen de cualquier matemática, la coincidencia del polo de la derecha con la extrema izquierda en el voto era una advertencia clara de lo mal que se le pondrían las cosas a Dini cuando el plan fuera votado en su totalidad, como hubiera debido ocurrir ayer mismo. El primer ministro había advertido que dimitiría si su proyecto fuera rechazado. Cálculos generosos vaticinaban que, en el mejor de los casos, perdería la votación por un solo sufragio.

Ése es el contexto en el que Dini decidió, a las ocho de la mañana de ayer, vincular al plan de a usted la confianza del Parlamento en su Gobierno. Se trata de un procedimiento habitualmente utilizado durante los últimos años en Italia para lograr que un proyecto de ley pase sin enmiendas. Cuando el Gabinete se juega la confianza en relación con una propuesta legislativa, el borrador tiene que ser aceptado o rechazado como tal, sin más modificaciones. Pero en caso de rechazo, el Gobierno cae automáticamente.

Hay quien dice que Dini ha caído por pura necesidad en la trampa que le han tendido Berlusconi y Gianfranco Fini, el líder de AN. La confianza, explican los epígonos de estos líderes, es un "acto político" que excede el ámbito de un "Gobierno técnico", como es, por mandato, el de Dini.

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"¡Elecciones, elecciones!", gritaron, de hecho, durante casi dos minutos los diputados de la derecha en cuanto Dini anunció, a primera hora de la mañana de ayer, que pedía la confianza del Parlamento. La algarabía, que bloqueó la sesión, era un modo de reiterar la ya conocida denuncia de que el ex ministro del Tesoro de Berlusconi se ampara encuestiones "técnicas" para cooperar al resultado político de aplazar las elecciones.

Pero era, sobre todo, la expresión de algo que los dirigentes de la derecha han repetido hasta la saciedad, incluso ayer mismoque si Dini quiere su voto en apoyo del plan, debe comprometerse explícitamente a que se celebrarán elecciones en junio.Disolver el Parlamento

Esto es algo que el primer ministro no puede hacer, ya que sólo el presidente de la República, Oscar Luigi Scalfáro, tiene la facultad de disolver el Parlamento.

La principal baza de Dini, en estos momentos, es que las contradicciones internas del polo, pues también las hay, y la intimidad del voto secreto den margen para que se fragüe alguna traición a Berlusconi. A estas alturas del conflicto, la aprobación del plan su pondría una derrota dificilmente encajable para el ex primer ministro.

La otra baza es poner a la derecha frente a la responsabilidad de abortar un plan de ajuste que, aun siendo insignificante con respecto a la magnitud del déficit público, como sostienen Berlusconi y los suyos, no deja de poner a prueba la capacidad de un sistema político para enterrar el hacha de guerra en atención a problemas que preocupan a los inversores por encima de cualquier otro objetivo político.

Pero esta segunda baza era ayer claramente perdedora, dado que tanto Berlusconi como Fin¡ reiteraron que votarían contra el plan de Dini. La lira se precipitó inmediatamente hacia nuevos abismos todavía inexplorados.

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