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Los chinos aceptan sin sobresaltos la nueva controvertida ley de control de la natalidad

La normativa elude pronunciarse sobre el sida y las enfermedades venéreas

ENVIADO ESPECIAL China quiere tener una población sana y eliminar en la medida de lo posible cualquier huella de anormalidad. Una ley que entrará en vigor en junio disuadirá a las parejas con enfermedades genéticas de que contraigan matrimonio. Sin embargo, la denominada Ley para el Cuidado Infantil y Maternal no ha despertado en el país más poblado del planeta tanta irritación como suscitó entre organizaciones occidentales en defensa de la vida cuando el proyecto legislativo trascendió meses atrás.

El Gobierno chino sostiene que esta acción es coherente con su severa política de planificación familiar, que ha permitido desacelerar el ritmo de nacimientos en los últimos 15 años.La población china rebasó el pasado mes los 1.200 millones de habitantes y se estima que se acercará á los 1.300 millones a finales del presente siglo, si se tiene en cuenta que aumenta en los últimos tiempos a una media de 15 millones por año. Son cifras enormes, pero que al mismo tiempo reflejan el éxito de la estrategia de un hijo por pareja impuesta por las autoridades en 1979. La aplicación de esta política a través de esterilizaciones y abortos ha hecho que en menos de dos décadas el índice familiar haya pasado de 4,8 en 1970 a 1,8 en 1994.

El consejo del médico

La última de las medidas para el control de la natalidad, que entrará en vigor en junio, es controvertida dado que de forma ambigua alude a enfermedades genéticas de seria naturaleza, y no queda claro si en ella se incluyen males como los contagios venéreos o el sida, que ha aparecido también en este país, especialmente en el sur, aunque oficialmente, no hay estadísticas al respecto.

La ley restringirá los matrimonios entre personas con problemas mentales o enfermedades contagiosas, a menos que se sometan a la esterilización o a métodos anticonceptivos duraderos, con el fin primordial de "mejorar la calidad de la población". Además, el médico aconsejará a la pareja el aborto si se detectan enfermedades hereditarias en el feto. En teoría, la futura madre puede negarse. Según las autoridades, China tiene actualmente más de 10 millones de disminuidos cuyo nacimiento podría haberse impedido si esta ley hubiera entrado en vigor antes. La nueva medida prohíbe, por otra parte, la ecografía, con excepción de requerimiento médico, para identificar el sexo del futuro hijo.

La ley coincide con la acentuación del fenómeno de migración rural a áreas urbanas y el relajamiento de las costumbres sexuales. El éxodo rural intranquiliza a las autoridades por el impacto social. En un país donde el puritanismo maoísta hizo entender el sexo como objeto exclusivo de reproducción humana, ahora se está descubriendo el placer. Abundan los consultorios radiofónicos y las sex-shop, entendidas éstas más como clínicas del sexo, donde se habla de la intensidad de "la marea" (el orgasmo), la virginidad y el divorcio.

Por otro lado, China, es una nación que a su abultada demografía debe sumar sus no abundantes recursos naturales. Con aproximadamente el 22% de la población del planeta, tiene una de las disponibilidades de tierras de cultivo más bajas del mundo. Las autoridades comienzan a estar seriamente preocupadas por el grave deterioro ambiental que ha producido últimamente el desarrollo urbano y la fuerte industrialización. El país debe afrontar un grave problema de contaminación atmosférica como consecuencia de que su principal fuente energética es el carbón. Además, se calcula que en los últimos 40 años el país ha perdido cerca de un tercio de cultivos debido a la erosión del suelo. El último ejemplo del entorno amenazado es la construcción, ya en marcha, de la gigantesca presa hidroeléctrica de Las Tres Gargantas, en el río Yangtze, en las provincias de Sichuan y Hubei, fuertemente contestada por ecologistas de dentro y fuera del país.

Tal es la preocupación que,

suscita que China se ha convertido casi en una obsesión para Lester Brown, director del prestigioso Worldwatch Institute de EE UU, que ha pronosticado que China se enfrentará de aquí a medio siglo con una grave carencia de alimentos si continúa el ritmo de crecimiento demográfico, la reducción de superficie de cultivos y el cambio de hábitos alimentarios.

El Gobierno chino, que entre sus objetivos para 1995 está primordialmente una mayor atención a la agricultura, ha desechado el sombrío vaticinio y confía en ser autosuficiente en grano para el año 2020.

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