Las truchas escapan a los 500 pescadores que inundaron el río Lozoya en el primer día después de la veda
Las truchas madrileñas perdieron ayer el sosiego. La temporada de pesca de truchas en la Comunidad de Madrid comenzó ayer oficialmente. La veda duraba desde el verano pasado. Los pescadores madrileños cosieron con sus lances las aguas del río Lozoya en espera de mejorar las capturas de la temporada pasada.Cañas hubo muchas, de todos los estilos y colores, sin embargo las truchas no mordieron el anzuelo. La saturación de pescadores en el río alertó pronto a los peces, que volaron en busca de un escondite seguro escapando de sus perseguidores.
La lombriz y la cucharilla fueron los cebos más utilizados por los cerca de 500 pescadores que peinaron el río en su intento de engañar a los peces. La avalancha. de cañistas sólo logró un exiguo fruto: sacaron unas diez truchas pequeñas en el tramo libre que comienza en Oteruelo del Valle y finaliza en el coto número 2 de Rascafría (1.400 habitantes).
El constante movimiento de los pescadores dentro y fuera del cauce del río hizo que las truchas se asustaran. Los peces buscaron refugio en las zonas más inaccesibles del río: árboles sumergidos, cuevas en las orillas o entre las rocas del lecho del río.
"El ruido de las pisadas es suficiente para alertar a los peces", afirmó uno de los agentes de la Agencia de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid que vigilan el río Lozoya. Al menos 1.000 pies chapotearon ayer en el Lozoya. "Truchas hay, porque en noviembre pasado se echaron. 2.000 kilogramos de trucha común procedente de Asturias, pero con el desmadre que hay en el río se guarecen donde pueden", dijo el responsable.
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