El interrogante del crimen de la Casa de Campo sigue abierto

El interrogante que el pasado 9 de enero emergió del helado estanque de la Casa de Campo sigue, en principio, abierto. Como al inicio de la investigación, la policía ni conoce a la víctima ni al homicida.En esta nebulosa, sin embargo, ciertos datos pueden alumbrar el camino de la identificación. Por ejemplo, se sabe que el cadáver presenta una cicatriz en el abdomen, posible consecuencia de una operación de estómago.

Otra de las pistas reside en su ropa: chaquetón tres cuartos de tela de gabardina color canela con forro de piel sintética, jersey verde de lana, camisa a rayas verdes y rojas, pantalón color crema y zapatos granates con hebilla. El crimen se perpetró, posiblemente, en torno a la Nochevieja, según datos policiales. De hecho, al salir a flote, la hinchazón del cadáver mostraba signos de inmersión prolongada.

La forma de la muerte -con ocultamiento del cuerpo y retirada de la documentación- apunta a que el homicida pueda ser una persona del entorno que, por su proximidad, pretende evitar la identificación. Alguien con la suficiente fuerza y sangre fría como para matar a un hombre corpulento -medía un 1,80 metros y pesaba cerca de 90 kilos-, embutirlo en dos sacos de arpillera, lastrarlos con dos pesadas piedras, coser las bocas y arrojar el resultado del trabajo al lago de la Casa d Campo, un lugar que bajo la luna frecuentan vagabundos, yonquis y prostitutas.