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Una joven de 17 años confiesa que disparó a su padre mientras dormía porque no podía soportar el maltrato

Una joven de 17 años de edad, A. B., se atribuyó ayer en Calviá (Mallorca) el homicidio de su padre, Pedro Gil Sánchez, de 43. A. B. se entregó a la Policía Local en compañía de su madre, Ana María Giménez, de 39 años de edad. Ambas fueron detenidas. La madre permanecía ayer en los calabozos de la Policía Local de Calviá, mientras la adolescente era trasladada a la Comandancia de la Guardia Civil en Palma. La hija narró que disparó con una escopeta de caza a la frente de su progenitor porque no podía soportar más los malos tratos de la víctima.

No se conocen demasiados detalles del suceso, salvo los que la investigación ha dejado traslucir y la propia declaración de la joven. Por ellos, se sabe que todo ocurrió en la madrugada del lunes al martes, en la casa de campo de S'Hort d'en Mascaró, en la zona conocida como Cuarteradas. Allí, la familia, compuesta por los dos esposos y tres hijos, residía trabajando para unos propietarios alemanes. Las circunstancias del dramático suceso están casi escritas en la misma escena donde se registraron los hechos.El padre, tras una violenta discusión que, según los vecinos, había mantenido con su familia, se había echado a dormir en el sofá de la sala de la casa familiar. La joven, según su propia confesión, buscó la escopeta de caza del padre, cargó el arma con un cartucho de doce milímetros, se acercó al sofá, apuntó a la frente del durmiente y apretó el gatillo. El disparó retumbó por toda la casa y Pedro Gil, de 43 años, dejó de existir.

A. B. y su madre -según la versión de la policía local, presenció el parricidio- abandonaron inmediatamente el lugar del suceso, y corrieron a refugiarse en el domicilio de un agente urbano, cuyo hijo es novio de la presunta parricida. El policía municipal avisó al cuartel de la Guardia Civil, cuyos agentes se hicieron cargo de la investigación. Madre e hija pasarán hoy, posiblemente, a a disposición judicial.

Diversos vecinos que trataron a la víctima señalaron que era una persona irascible y bebedora. Y cuentan que en una ocasión, presa de la ira, sacrificó a tiros cinco de sus cabras. Aunque en esto hay también versiones contradictorias, ya que otros vecinos aseguran que se trataba de un hombre del que no se conocían escándalos.

Pedro Gil trabajaba también como herrero y por impago de material al suministrador tuvo que mediar el juez de paz de Calviá, Cayetano Tomás. Éste señaló que Pedro era una persona normal y que no conocía ningún relato sobre supuestos actos violentos en la familia.

Hacía un año y medio que el fallecido, con su mujer y sus tres hijos de 20, 17 y 6 años se había establecido en el pueblo turístico mallorquín.

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