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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Iniciativa arriesgada

EL PRÓXIMO día 31 de marzo podría convertirse en un día fatídico para los Balcanes. En esa fecha tendrá que comenzar la retirada de los cascos azules de la región croata de la Krajina, si antes no se logra un acuerdo que haga reconsiderar la decisión del presidente Franjo Tudjman de no renovar su mandato. Y ya hoy, las fuerzas serbias y el ejército croata realizan preparativos para una nueva guerra.No le faltan argumentos a Tudjman para considerar contraproducente la presencia de los cascos azules en este territorio. En 1991, los serbios de la Krajina, con la ayuda del ejército entonces aún, yugoslavo forzaron allí la sangrienta creación de una autoproclamada república serbia de la Krajina. Fue una opera ción similar a la que las fuerzas serbias de Karadzic realizarían después en Bosnia. En las negociaciones de alto el fuego se llegó entonces a un acuerdo para que se establecieran allí cascos azules de la ONU que debían permitir, entre otras cosas, el retorno de los 300.000 refugiados croatas que huyeron en las prime ras acciones masivas de limpieza étnica de las fuerzas serbias. Esto debía suceder en un periodo transitorio hacia el pleno restablecimiento en aquel territorio de la soberanía croata.

Sin embargo, la presencia de los cascos azules ha tenido efectos completamente contrarios. Los grupos armados serbios se han adueñado del poder en la Krajina. Ni un solo refugiado croata ha regresado y la mayoría de los que quedaban han sido expulsados. Las fuerzas serbias han establecido bajo la protección de los cascos azules un mini-Estado para ganar tiempo hasta que el hastío de Occidente con esta guerra haga desmoronarse las últimas resistencias a su unificación en la Gran Serbia.

Un nuevo factor ha impulsado a Croacia a poner fin al mandato. En Bosnia, el grupo negociador (integrado por EE UU, Rusia, el Reino Unido, Francia y Alemania) ha incluido en las propuestas para un armisticio permanente una nueva cláusula que permita a los serbios de Bosnia que se federen con Serbia. Para Croacia, esta nueva concesión a los máximos responsables de la guerra supone una amenaza de que el grupo de contacto acabe aceptando para la Krajina una propuesta semejante, con lo que Croacia perdería casi un tercio de su territorio a manos de Serbia.

Pese a ello, la decisión de Zagreb dista de ser una decisión sensata. Las manifestaciones de Tudjman sobre su capacidad de reconquistar militarmente la Krajina no son verosímiles. Y Milosevic en Serbia no podría, aunque quisiera, oponerse a la presión a favor de una intervención en ayuda de los serbios de esta región croata. La guerra en Bosnia estallaría de nuevo en todos los frentes de comenzar la guerra serbocroata en la Krajina y es imposible predecir sus efectos sobre otros focos de tensión prebélica, como Kosovo o ciertas zonas de Macedonia occidental. El dominó de la violencia étnica podría hacerse incontrolable y extenderse por todos los Balcanes.

La amenaza de guerra generalizada es real y los esfuerzos por evitarla por parte del Grupo de Contacto han sido un patético desfile de fracasos. Ayer, el vicesecretario de Estado norteamericano Holbrooke llegó a Zagreb en un intento desesperado por hacer cambiar de opinión a Tudjman. Algunos aún ven la posibilidad de que éste acepte a cambio de una revisión del mandato de los cascos azules. Pero es improbable que los serbios la acepten. Así las cosas, todos se preparan para una nueva guerra, quizá mayor que las habidas y de consecuencias imprevisibles. Podría ser éste el trágico mentís a quienes aseguraban que la estrategia de ceder ante Serbia en Bosnia y esperar a que se extinguiera la guerra por sí misma era la mejor forma de limitar aquel conflicto a una tragedia humanitaria sin consecuencias serias para la seguridad del continente.

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