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Ankara asegura que el PKK se financia con el tráfico de drogas

Juan Carlos Sanz

Un alto cargo del servicio de contraespionaje del Ministerio de Exteriores turco asegura que el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) financia su lucha armada en el sureste del país con los 500 millones de dólares (65.000 millones de pesetas) que obtiene con el cultivo, transporte y venta de narcóticos. Apoltronado en lo alto de un edificio oficial de Ankara, en una planta protegida por una puerta de acero blindado, el diplomático relata la supuesta génesis del PKK en el valle de la Bekáa de Líbano. "Se proclaman marxistas-leninistas, pero sólo son un grupo armado profesional. Los desaparecidos partidos radicales de la izquierda turca de los años setenta encontraron una nueva razón de ser en la causa kurda", sostiene."Es cierto. Hay una guerra entre las fuerzas de seguridad de Turquía y el PKK y no se vislumbra una solución política al problema kurdo, pero ¿cómo puede mantenerse una guerra sin dinero?", argumenta el funcionario turco. "Gracias al control de la producción, transporte y venta de narcóticos, el PKK, que posee campos de opio en el norte de Irak, en zonas de Irán y en el valle de la Bekáa, puede obtener unos beneficios de hasta 500 millones de dólares". Según los informes de los servicios de contraespionaje de Ankara, gran parte de este dinero negro se blanquea mediante negocios legales, como restaurantes, tiendas y empresas de exportación en Alemania, Francia y el Benelux.

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Europa no llega hasta el Kurdistán

"Si Europa no se da cuenta de que el PKK es un grupo terrorista lo pagará caro", agrega, antes de precisar que los responsables de la organización se encuentran en Siria e Irán, aunque también cuentan con bases de entrenamiento en la Tracia griega.

"¿Relaciones entre ETA y el PKK? No nos constan, pero el PKK se alquila a otras organizaciones terroristas. Nuestras averiguaciones en España aún no han recibido una respuesta de los servicios de información oficiales".

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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