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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Beethoven, una vez más

Los conciertos de la Comunidad de Madrid están dedicados este año a Beethoven bajo pretexto de cumplirse el 225º aniversario de su nacimiento, y no el 125º como repetidamente dice el programa. Una figura como la de Beethoven no precisa de justificaciones cronológicas para ser ensalzada, pues su obra mantiene la vigencia de su potente belleza y sigue siendo predilecta de los grandes públicos.Lo negativo de estas dedicaciones monográficas es que, por ellas, se descuidan otras atenciones y deberes: la música española, por ejemplo, y, si se quiere, con una especial flexión hacia los creadores madrileños, que los hay en toda época. Lo cierto es que estamos de nuevo frente a Beethoven, incluso coincidiendo con otro ciclo dedicado a los conciertos de piano.

Ciclos de la Comunidad de Madrid

Orquesta Sinfónica de Madrid. Director: A. Ros Marbá. Solista: A. de Larrocha, pianista. Auditorio Nacional. Madrid, 21 de febrero

Esta vez, la Orquesta Sinfónica, dirigida por Antoni Ros Marbá y con la colaboración solista de Alicia de Larrocha, inauguró la serie ante un público entusiasta que siguió encantado y aplaudió clamorosamente las versiones. El Concierto número 2, estrenado por el propio Beethoven al piano en marzo de 1795, o sea, hace dos siglos casi justos, tuvo en Larrocha una traductora de categoría, fiel, de juego nítido, pensamiento ágil y sonido igualado y un tanto impersonal. Sirvió con acentos poéticos muy hondos el bellísimo adagio tan plenamente beethoveniano, y acentuó con gracia y sobriedad el rondó final, Ros Marbá y los sinfónicos se identificaron con la pianista barcelonesa de manera que todo marchó bien.

Trece años después del Concierto en si bemol, Beethoven dirige la primera audición de la sinfonía en fa mayor, Pastoral, "un milagro" para Mauricio Ravel y la preferida por Manuel de Falla. Antoni Ros Marbá nos ofreció una versión en la que, a la vez, se afirmaba y se negaba, pues si el cuidado de la calidad y transparencia sonoras era evidente, no resultaban rosmarbianos ciertos tiempos apresurados (por la velocidad entra la banalidad) como el Allegro ma non troppo, y faltó serenidad en la escena junto al arroyo-, canto apacible montado sobre la sinestesia del correr de las aguas o en el scherzo, pastoril y de raíz popular, armado sobre una idea rítmica que conduce con toda sencillez a la explosión de la tormenta. Un director, por artista que sea, y Ros Marbá lo es, tiene sus días, y el de anteayer no fue de los más felices precisamente por esa parcial contradicción con lo que es el maestro de Hospitalet.

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