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El dilema esquizofrénico de Kazajstán

El País asiático se debate entre tradición y modernidad, entre Rusia y sus vinculos con Oriente

Pilar Bonet

El presidente de la república centroasiática de Kazajstán, Nursultán Nazarbáiev, prefiere evitar que su homólogo y vecino Borís Yeltsin se enfade. Tiene razones más que suficientes para ello: Rusia controla las rutas de exportación de petróleo y gas de Kazajstán, y por el territorio ruso pasan los planes de desarrollo del sector energético kazajo; Rusia es el principal socio comercial (el 40% del volumen total kazajo), y el 35% de la población, unos diecisiete millones de personas, está formada por rusos (frente a un 44% de kazajos y el resto de distintas etnias mayoritariamente rusificadas). Kazajstán, por otra parte, no tiene capacidad para utilizar los polígonos militares heredados de la antigua URSS ni el centro espacial de Baikanur. Y además necesita a Rusia para sentirse segura ante, China, el vecino suroriental.Por eso no es sorprendente que los ayudantes de Nazarbáiev llamaran por teléfono a los medios de comunicación y a los grupos políticos más revoltosos -nacionalistas kazajos; nostálgicos del imperio, y la sociedad Vainaj, representante de la diáspora chechena, que cuenta con 100.000 miembros, descendientes de los deportados por Stalin- para ordenarles que se abstuvieran de manifestar su hostilidad a Rusia y a Yeltsin mientras éste estaba la semana pasada en Almati para, asistir a la cumbre de la Comunidad de Estados Independientes.

Tres años de independencia han derrumbado muchos mitos en Kazajstán. Este país, riquísimo en materias primas, con una superficie equivalente a cinco veces la de España, nació como un Estado étnico producto de la "autodeterminación de la nación kazaja". Hoy, sin embargo, su identidad está diluída en una esquizofrenia euroasiática y en una mezcla de modelos no asimilados. La existencia en el país de dos comunidades diferenciadas, los rusos (urbanos en un.52%) y, los kazajos,, (rurales en un 57%) es una delicada realidad que debe afrontar el líder kazajo.

Éxodo ruso

Por el momento, Nazarbáiev no ha podido atajar el éxodo de los rusos, que fue de unas 400.000 personas en 1994 y que se eleva a un millón en tres años. Los nacionalistas radicales kazajos, corno Sabetkazhi Akatáiev, del grupo Azat, equiparan la independencia con una liberación colonial, y consideran ",un proceso normal que los rusos regresen a su,patria étnica". L,os partidarios de una transición a la economía de mercado y un Estado moderno están, sin embargo, consternados. Los especialistas son sustituidos en las ciudades por los emigrantes del campo, campesinos kazajos, que huyen de las aldeas miserables.

Haciendo equilibrios entre los rusos, que residen sobre todo en el norte, y los kazajos, está Nazarbáiev, con una buena imagen en el extranjero pero una figura controvertida en su país. Unos vien a este defensor de la Unión Euroasiática entre Kazajstán y Rusia como un político capaz de trabajar por una verdadera independencia frente al vecino -ruso, siempre alerta .ante cualquier intento de Al

mati de organizar por su propia cuenta la explotación de sus materias primas. Otros consideran a Nazarbáiev como un traidor a la causa nacional kaza . a, y hay quienes incluso expresan admiración por el vecino Uzbekistán, donde un régimen nacional de mano de hierro hace pocas concesiones a lo, foráneo. En Kazajstán, a diferencia de Uzbekistán, el factor islámico integrista tiene hoy poca importancia política.

Las elecciones presidenciales están. previstas para 1996, pero podrían adelantarse. La estructura del electorado inclina la balanza del lado ruso, ya que entre los kazajos, más prolíficos que los rusos, hay un gran porcentaje que no ha alcanzado la edad de votar. Nazarbáiev ha comenzado a jugar ya la carta rusa. En 1994, el presidente sometió a una votación consultiva en el Parlamento la posibilidad de debatir sobre a propiedad privada de la tierra, la transformación del ruso (hoy lengua de relaciones interétnicas) en lengua oficial y la eliminación del punto constitucional que define a Kazajstán como un Estado étnico. Un 50%, un 42% y un 37%, respectívamente, de los diputados fueron favorables a plantear estos debates.

Los rusos se quejan del cierre de escuelas en lengua rusa, pero Zhasaral Kuanishalin, diputado del Sóviet Supremo y uno de los dirigentes del. movimiento nacionalista Azat, cree que esas quejas son infundadas, porque 1.100 escuelas kazajas fueron transformadas en escuelas rusas entre 1955 y 1985. De un total de 1,6 millones de niños kazajos en edad escolar, solo un millón se educa en la escuela nacional kazaja, mientras el resto son escolarizados en ruso, idioma que domina la vida política y económica, la empresa, el Parlamento y la calle.

Reforma económica

Como Rusia, Kazajstán ha emprendido el camino de la reforma económica. La privatización, a base de cheques, es gestionada por un grupo de fondos de inversión que, según el sociólogo Nurbulat Masánov, está en manos de la nomenklatufa ex comunist a. La propiedad privada de la tierra es parte del debate nacionalista, ya que algunos creen que su legalización puede consolidar el "dominio colonial ruso".

La exportación de materias primas de Kazajstán se traduce en unas desproporciones más marcadas que en Rusia. Un contraste escandaloso media entre la segunda residencia oficial del presidente Nazarbáiev, fruto de la reconversión de un edificio destinado a museo de, Lenin, y el desolado pueblo de Kerbulak, a cien kilómetros de Almati, donde sólo hay electricidad dos horas al día. En la mastodóntica residencia hay mármoles de diversos tonos y luminosidades, maderas caras y el confort de un' club inglés trasplantado a dimensiones asiáticas. En Kerbulak están los habitantes de una granja arruinada que llevan meses sin cobrar salarios. El salario mínimo kazajo es de 230 tengues (algo más de quinientas pesetas) y las hogazas de pan negro se venden a 16,50 tengues en Kerbulak. Los campesinos no tienen dinero. Fuman cigarrillos liados en papel de periódico. Hace mucho ya que se comieron los dos sacos de harina y los 10 kilos de azúcar que recibieron de la granja colectiva y se han comido también el ganado doméstico.

El factor tribal

El poeta Olzhás Suleímenov, de 69 años, un kazajo respetado que dirige el movimiento ecologista Nevada-Semipalatinsk y el partido Congreso Popular de Kazajstán, es considerado hoy como el rival más importante de Nursultán Nazarbáiev en las futuras elecciones presidenciales. Suléimenov, que fue diputado del último Parlamento soviético y que escribe en ruso, es partidario de un Estado donde haya lugar para los rusos y para los kazajos.En la política de Kazajstán el elemento tribal es imprescindible para comprender los acontecimientos, según el politólogo Nurbulat Masánov. En este país de tradiciones nómadas son los zhus (grupo de tribus), que se dividen en viejo, medio o joven. La clase política dominante pertenece al zhus viejo, y Suléimenov viene del zhus medio, que procede del norte del país y tiene fama de producir intelectuales.

Los dirigentes soviéticos. trataron de mantener un equilibrio entre los distintos zhus en el poder. Este equilibrio se rompió cuando Dinmujamed Kunáiev, el líder comunista de Kazajstán desde 1964 hasta 1985, se rodeó de representantes del viejo zhus como él, incluido el mismo Nazarbáiev, que gozó de su patronazgo.

Kunáiev, anatematizado por Moscú en la época de Mijaíl Gorbachov, es recordado con respeto en Kazajstán. Almati le ha dedicado una calle y un busto.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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