Dolor evitable
UNO DE cada cinco españoles muere de cáncer y, en la mayoría de los casos, la fase terminal de la enfermedad evoluciona con dolor intenso y ya no se desarrolla en el hospital. En muchas ocasiones, el enfermo es enviado a su casa para que pueda morir en su entorno y rodeado de los suyos. Aunque sea con demasiados años de retraso, hay que celebrar que finalmente se hayan destruido las trabas que impedían que estos pacientes pudieran beneficiarse de uno de los fármacos más eficaces contra el dolor intenso y prolongado: la morfina.Los centros de asistencia primaria han de tener, a partir de ahora, un recetario para morfina a disposición de los médicos. La existencia de múltiples trabas burocráticas condenaba a muchos pacientes a una muerte dolorosa perfectamente evitable. Resultaba del todo paradójico que un sistema sanitario capaz de desarrollar uno de los mejores programas de trasplantes no fuera capaz de resolver algo tan sencillo como organizar un procedimiento ágil y seguro de prescripción de la morfina.
Pero la supresión de las absurdas trabas burocráticas no garantiza, por sí sola, el uso, más adecuado de esté fármaco. Los prejuicios de algunos médicos y el desconocimiento de cómo actúa pueden ser una insidiosa barrera. Estudios recientes han demostrado que la morfina ni crea adicción en los enfermos aquejados de dolor ni tolerancia a las dosis prescritas ni acorta tampoco la vida de los pacientes. Sin embargo, hay médicos que creen lo contrario y se muestran reticentes a usar ese opiáceo. Ello es en, parte consecuencia de las carencias de una cultura profesional orientada exclusivamente hacia la curación, de modo que cuando ésta ya no es posible, porque la enfermedad ha ganado la batalla, muchos arrojan la toalla cuando al enfermo todavía le queda un largo trecho, tal vez el peor, por recorrer.
El empuje de algunas sociedades médicas está logrando que cale en amplias capas profesionales una nueva cultura del buen morir. Esta cultura debe desterrar para siempre la frase de "lo siento, ya nada se puedehacer", porque cuando ya no se puede curar, el médico todavía tiene mucho por hacer. En esa situación, aliviar el dolor, ayudar a bien morir es un objetivo terapéutico tan importante como antes lo fue curar.
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