Garzón sigue
EL SUMARIO de los GAL ha vuelto definitivamente a manos del juez Garzón tras su recorrido por el laberíntico escenario creado por la doble recusación de Rafael Vera contra aquél y el juez Carlos Bueren, al que por ley correspondía resolver el incidente de recusación planteado contra Garzón. Un tercer juez de la Audiencia Nacional, Manuel García-Castellón, en funciones de sustituto del sustituto, por primera vez en la historia procesal española, ha resuelto de manera distinta cada una de las recusaciones: admitiendo la de Bueren y rechazando la de Garzón.Ambas recusaciones han tenido encaje en la ley procesal, por más insólita que fuera la de Bueren. Y eso dice mucho de la responsabilidad del juez español y de su esfuerzo por encontrar soluciones a los conflictos reales, incluso si éstos no están contemplados explícitamente en la letra de la ley. En el caso de Bueren, su recusación parecía inevitable tras manifestarse a favor de la misma el propio interesado.Y no porque considerase que su amistad con Garzón o su relación profesional con Vera afecte de hecho a su imparcialidad como juez; basta con que tal imparcialidad "pueda ser cuestionada con fundamento".
Garzón, por el contrario, se pronunció previamente contra su recusación con el argumento de que, de haber existido los motivos alegados por Vera, especialmente el de enemistad manifiesta entre ambos, él mismo habría dejado voluntariamente la instrucción del caso GAL. El juez García-Castellón ha dado por buenas esas alegaciones. Pero su decisión ha quedado empañada por el rechazo de los testigos propuestos con el argumento de que están relacionados de una u otra forma con el proceso. ¿También el antiguo fiscal general del Estado Eligio Hernández? La admisión de la prueba corresponde al juez, pero ¿es concebible una prueba testifical absolutamente ajena a los intereses de la parte que la propone, como parece deducirse de la argumentación de Manuel García-Castellón? En cualquier caso, la justicia española ha sabido superar con tacto y sentido jurídico el desafío legal planteado por la doble recusación de Vera. Ahora sólo queda que se le deje trabajar sin sobresaltos y con el debido sosiego.
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