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Entrevista:

"Lo que aburre, pasa"

Parece que estas celebraciones centenarias del cinematógrafo traen sin cuidado a nuestro iconoclasta nacional. Luis G. Berlanga, espléndido a los 74, juncal y plateado, podría hacer una película sobre un grupo de pícaros que, un suponer, consigue pasta del FIS. argelino para. hacer a su. vez, otra película sobre la rendición de Granada. Sigue sano de cuerpo y mente, y habla de sí mismo con coqueta modestia. Tiene atrás una trayectoria muy importante, que habría podido ser más copiosa si la censura franquista no le hubiera impedido rodar lo que más amaba. Así y todo, no se queja, y se ríe. Del centenario y de todo lo reverencial, porque él es, ya se ha dicho, un iconoclasta.Pregunta. ¿Está justificada la pompa de este centenario?

Respuesta. Para mí no hay conmemoración alguna, entre otras cosas porque no sabes nunca cuándo nació el cine, que como es mixtificación, trampa, engaño, y ésa es su grandeza, puedes hacer con él lo que quieras. Tú coges cual libro de fotografía o de cine y siempre te encuentras con un tío que, ya en el 1700, inventaba cosas para que las imágenes se pudieran ver en movimiento. Pero se han empeñado las autoridades, la Unesco los mismos cineastas, que somos un oficio tan estúpido que estamos exultantes. Si un centenario no es nada; yo casi estoy a punto de alcanzar a los hermanos Lumiere, así que fijate.

P. ¿Cuál fue, según usted, la mejor época del cine español?

R. Para mí fueron dos. El cine de la República, a partir del 32 o 33, que es cuando empieza a consolidarse una -industria, cuando desaparece la picaresca, por otro lado entrañable, y sur gen por primera vez, como nunca se ha repetido, y además sin subvención, cuatro o cinco estudios de talla europea, y se entiende que el cine es una aventura industrial. U Films, Filmófano, y Cifesa, sobre todo, entendieron el cine a la manera americana: contrataban de forma permanente y en exclusiva a actores, directores, técnicos, a europeos que venían expulsados por el nazismo y que generaron unos profesionales españoles que aprendieron más que nosotros, luego, enla Escuela de Cine. Y además hubo una ósmosis una completa comunicacion con el público.

P. ¿Y la segunda época?

R. Fue en los cincuenta sesenta, sobre todo los primeros. Se rompió ese color ala de mosca de todo el, cinehistórico-religioso de -cartón piedra que nos entristecía, en el que la única parte buena era que la industria todavía perduraba. En los cincuenta se abre una ventana, que es la comedia, que no tiene nada que ver con la italiana ni con la francesa; era un género muy autóctono.Ya luego, en el 78, Ricard Salvat organizó un simposio en Barcelona sobre qué cine había sido más eficaz durante el franquismo para mentalizar a los españoles, y Fernán-Gómez y yo fuimos todo acojonaditos porque los críticos y los compañeros siempre nos. habían reñido mucho diciéndonos que hacíamos cine de evasión. Y lo que salió en el simposio era que los que más habíamos mentalizado era quienes habíamos hecho comedia.

P. Yo no llamaría simple comedia a lo que hacían. Usted estaba cerca de un Preston Sturges.

R. Ahí, ahí. Déjame que en eso sea vanidoso. Ahora he estado en Nueva York y en Chicago, se han puesto las películas mías, y mis dos grandes momentos históricos han sido cuando, en Cl -61, fui nominado por Plácido, -y estuve en Hollywood con los grandes directores del momento -Von Sternberg, King Vidor, John Ford, en fin y me preguntaban: oye, ¿cómo hiciste aquella escena? Eso fue lo máximo. Y ahora el Chicago Tribune y e4l New York Times dicen que con Preston Sturgesque ahí levitaba Billy Wilder, Atman y el cuarto ¿quién es?.

. P. ¿El cine le ha placeres? `

R. Los placeres gustan, exactamente, un momento en la fl películas en que n muy satisfecho, que muchas veces hagiástico. Y es cuanás similar e incisivo.

P. Un puntazo para su carrera sería que, como en el final de viajes de Sullivan, de Sturges, los presos ilustres que tenemos ahora vieran en prisión su Todos a la cárcel

R. Ja, sí. En los años cíncuenta había como una ventana, las; comedias que daban la vuelta a lo que contaban, y que la gente: seguía mejor que las películas serias de denuncia. Los antihéroes te dan mayor sensación de libertad. Nosotros pudimos hacer las dos o tres películas que hicimos porque fue antes de las famosas conversaciones de Salamanca, en donde se cometieron errores históricos que llevaron al cine a cobijarse bajo la cultura.

P. ¿Cree usted que lo de Salamanca, que supuestamente contribuyó a modernizar el cine español, fue contraproducente?

R. Del todo. A los tres años habían desaparecido los estudios, los técnicos de sonido y los operadores. Y tuvimos la buena / mala suerte de que José María Escudero, que adoraba el cine y a los que salíamos de la escuela, fuera nombrado director general de Cinematografía. Pasamos a ser los niños de la cultura, fue el primer paso hacia la subvención y la aparición de una cosa tan espantosa como la cine, filia.

P. Pero en el pecado tuvimos la penitencia. La de Bergmans que aguantamos.

R. Y Bresson, no te olvides de cómo era Bresson. El mismo Aritonioni, que yo lo adoro, pero qué plasta era todo aquel cine.

P. Y cómo pasé de moda.

R. Es que lo que aburre pasa. Toda aquella gente viendo cine horas y horas en los cineclubes, en todos los escondrijos de quierdas, analizando todo aquello. El -triunfo de una determinada crítica, la aparición de los gurus,que ahora han vuelto, y que en vez de hacer lo que deben, quemarse junto con su secta, quieren sobrevivir haciendo la puñeta a los que somos, simplemente, trabajadores de una industria.

P. Hoy día también se hace mucha comedia, pero no es en absoluto transagresora.

R. Puede que tengas razón; yo es que lo soy por naturaleza, soy valenciano, y para nosotros la obscenidad es un instrumento. Yo sé que me paso, que un largo arco que va de los críticos hasta mí propia familia me llama la atención, y es que me habrá salido mal, pero no vayáis contra la obscenidad, les digo, que es lo que más me gusta.

. P. ¿El cine le ha dado grandes placeres? `

R. Los placeres que a uno le gustan, exactamente, no. Sí hay un momento en la facturación de películas en que me encuentro muy satisfecho, que es el rodaje. Muchas veces ha sido casi orgiástico. Y es cuando ruedo intentando estar lo más próximo posible a la abstracción.

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