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La OTAN crea una política mediterránea que excluye de momento la colaboración con Argelia

Xavier Vidal-Folch

El Mediterráneo ya está en el mapa de la seguridad europea, elevado a máxima prioridad de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El ConsejoAtlántico aprobó ayer, por iniciativa española, un documento estratégico que establece tres fases para un "diálogo dirécto" político y de seguridad con cinco países del Norte de Africa, entre los que no figuraArgelia. Simultáneamente, el secretario general de la organización atlántica, Willy Claes, manifestaba que el Sur ha reemplazado al Este como foco de peligro para la paz en Europa.

El diálogo se iniciara inmediatamente con cinco países: Egipto, Marruecos, Túnez, Israel y Mauritania. La inclusión de Mauritania se debe a la insistencia española, puesto que aún sin ser una nación mediterránea, está estrechamente vinculada a los otros Estados del Magreb. La selección ha sido realizada "en función de la fluidez" inmediata de las conversaciones, por lo que Argelia no ha sido incluida.El objetivo final del proceso que ahora se inicia es llegar a algún tipo de estructura permanente de cooperación, aunque todavía nadie en la sede central de la OTAN sueña con un mecanismo como el de la Asociación para la Paz (APP), establecida con los países del Este. El mecanismo final resultará de "un proceso sin precipitaciones" que tendrá tres fases.

La primera de ellas es "exploratoria". 'El secretario general Willy Claes iniciará una ronda de conversaciones con los embajadores de los cinco países, en sendas sesiones separadas destinadas a explicarles con detalle el funcionamiento y objetivos de la OTAN, especialmente de los grupos de trabajo sobre el Mediterráneo y el Magreb, con la aspiración de "crear confianza".

La segunda fase tratará de dar continuidad a la anterior, mediante un diálogo más estructurado, menos informal. La tercera, de cooperación. más plena, pondría en marcha mecanismos concretos para reforzar la estabilidad regional.

El documento mediterráneo de la OTAN, muy sintético, lleva un largo título, Recomendaciones sobre la puesta en práctica de un diálogo con países mediterráneos no miembros de la Alianza. Fue aprobado por consenso, tras vencerse las reticencias de Canadá, país que expresó sus dudas de que los problemas de la cuenca sur mediterránea comprometan sus intereses y los de los europeos.

Por el contrario, Estados Unidos y los demás países europeos apoyaron decisivamente la propuesta española. España ha desempeñado en esta ocasión el papel de nación líder, primero en el Comité Político y ayer en el Consejo Atlántico. Ahora todo el mundo reconoce los peligros para la estabilidad procedentes del Sur. Ayer mismo Willy Claes, declaraba a The Independent que la amenaza soviética "era un reto claro, situable en el mapa y en el calendario", mientras que "ahora afrontamos otros riesgos mucho más difíciles de encuadrar claramente", entre los que situaba el crecimiento del integrismo islámico en el Norte de Africa. Hay que distinguir, matizaban fuentes de la OTAN, "entre el islamismo, que no es nuestro enemigo, y el radicalismo integrista".

La tesis española

Sea como fuere, el Mediterráneo es hoy, como problema, algo más que el conflicto de Oriente Próximo. La reciente reunión de Múnich sirvió para allanar el camino a la decisión que ayer tomó el Consejo Atlántico, pues los alemanes se comprometieron a fondo con la tesis de que la inestabilidad en algún punto del Mediterráneo es un factor de inestabilidad para el conjunto de Europa. Así, la tesis española se ha acabado imponiendo, primero con el apoyo de los otros países mediterráneos europeos, y luego con la anuencia del resto. Ha sido una labor paciente, desde que el comunicado final de la cumbre de la alianza de enero de 1994 recogiera, sin más concreciones "la convicción [de los dieciséis] de que la seguridad de Europa se ve afectada en gran medida" por su flanco sur.

Significativamente, este proceso político-militar se desarrolla en paralelo a la dinámica político-económica de apertura al Sur desencadenada en la Unión Europea, que en los últimos meses ha dado un salto de gigante y que tendrá en la Conferencia euromediterránea de Barcelona, el próximo otoñó, un hito fundamental.

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