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Legislatura improrrogable

En vísperas del debate sobre el estado de la nación, los líderes de las fuerzas políticas parlamentarias afilan sus textos. Parece descartado que el presidente del Gobierno, Felipe González, plantee ante el Congreso la cuestión de confianza. Semejante iniciativa requeriría a tenor del artículo 112 de la Consitución una "previa deliberación del Consejo de Ministros" que ya hubiera trascendido. Tampoco para el presidente del PP, José María Aznar, es éste el momento de una moción de censura, que se pospondría a las elecciones municipales y regionales del 28 de mayo si todo se confirma.Conviene examinar las consecuencias de estas iniciativas tal como están pautadas en la Carta Magna. La confianza se entenderá otorgada cuando vote a favor de la misma la mayoría simple de los diputados, es decir, de los presentes en el Pleno. Pero González sólo se considera a salvo de imprevistos atando la mayoría absoluta, es decir, al menos 176 votos de los 350 diputados que componen la Cámara. En definitiva, que para garantizarse la confianza estima insuficiente la ausencia del contingente de CiU que prefiere rehuir su voto en momento tan solemne. Sin esa mayoría simple la confianza quedaría denegada y el Gobierno debería presentar su dimisión al Rey, procediéndose a continuación a la designación e investidura del nuevo presidente del Gobierno. Por eso, si González quisiera abandonar la presidencia ahorrándose contorsiones le bastaría plantear la cuestión de confianza sin los votos precisos para ganarla.

En cuanto a José María Aznar, se ha labrado durante demasiado tiempo la hostilidad de CiU como para que sus votos pudieran ahora invertirse sumándose a la censura de González y propiciando la investidura del líder del PP como nuevo presidente del Gobierno. Y sin contar con esos votos de la hueste pujolista las demás combinaciones políticas, tan excéntricas como se quiera, resultan de aritmética inviable. La cuestión es si la derrota de la censura parlamentaria tendría sobre Aznar los benéficos influjos que tuvo sobre Felipe González en mayo de 1980 o los catastróficos que causó sobre Antonio Hernández Mancha años después. Para recuperar el sosiego algunos deberían recordar que entre las facultades del presidente está la de anticipar la convocatoria de elecciones pero no la prórroga de la legislatura más allá de junio del 97. Entre tanto, mañana escucharemos el programa, programa, programa de Julio Anguita dispuesto a que las cosas sean como antes y a controlar con, el mando a distancia el sindicato Comisiones Obreras y su despliegue movilizador. Pero las anteriores intervenciones. y las restantes tendrán que optar por seguir las instrucciones de Pedro Zola y centrarse en el asunto del Gal y los hermanos Amedo o por el contrario atender las advertencias de Ansón, eludir esa trampa y abordar asuntos como la situación económica, el desempleo y otras reformas pendientes.

Por eso, mientras se exhuma el texto firmado en Abc el 27 de mayo de 1979 sobre "ETA y el Ejército", vale la pena recomendar a Jean Baudrillard, quien en La ilusión del fin considera tres hipótesis plausibles sobre el desvanecimiento de la historia. La primera es la aceleración de la modernidad que nos dota de una velocidad de liberación capaz de arrancarnos de la esfera gravitatoria de lo real. La segunda es, a la inversa, la disminución de la velocidad hasta un umbral en el que el tiempo se detiene como consecuencia del poder silenciador y oscurantista de la indiferencia social, resultante más que de la falta de la saturación de los intercambios. La tercera hipótesis se verifica al superarse los límites en la precisión de los acontecimientos y de la información. Baudrillard se refiere aquí al famoso efecto Larsen que se produce en acústica debido a una proximidad excesiva ente una fuente y un receptor, y en historia -y en los juzgados- debido a la interferencia desastrosa, entre un acontecimiento y su difusión, cortocircuito entre la causa y el efecto, como entre el objeto y el sujeto experimentador en microfísica o en sociología. Se puede decir más fuerte pero no creo que se pueda decir más claro. Mañana veremos.

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