Temor de contagio a otras economías emergentes
La decisión del presidente Bill Clinton de actuar por decreto' para salvar a México parecen haber servido de momento para contener la acentuación de la crisis al sur del río Grande, pero el fracaso de la Casa Blanca en conseguir apoyo del Congreso para un plan de mayor envergadura envía un mensaje que, a medio plazo, debe llenar de preocupación a México y las demás economías emergentes.Si el presidente no ha conseguido poner de su lado al Parlamento y a la opinión pública en una crisis que ha sido planteada como una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos, ¿cuál es el futuro de la ayuda exterior norteamericana, que tradicionalmente había sido tratada de forma bilateral y por encima del debate entre los, partidos políticos?
En México, en primer lugar, no se trata de ayuda directa, sino tan sólo de garantías de créditos. El dinero del contribuyente está en riesgo, pero Estados Unidos no tiene necesariamente. que gastarlo si México puede salir adelante por su cuenta. La crisis mexicana supone, además, aumento de la emigración, inestabilidad política en la frontera y, en conjunto, un escenario que constituye una preocupación de la máxima prioridad para Washington.
Si todas esas circunstancias no han sido suficientes para sensibilizar a un Congreso controlado por el Partido Republicano, ¿cómo reaccionaría éste en el caso de un crisis en Perú, Argentina, Brasil u otros países latinoamericanos que han hecho grandes sacrificios sociales para ordenar sus economías al gusto de Estados Unidos?
Y siguiendo con esta idea, si Washington reacciona con tanta resistencia en su propio continente, ¿cuál puede ser su grado de compromiso con las economías emergentes en los países del Este de Europa y Asia?
El gesto de Clinton de ayer trata, de demostrar que, por encima de las dificultades políticas internas a las que tiene que hacer frente, él está personalmente dispuesto a asumir riesgos en favor de intereses supremos, como la estabilidad de los mercados internacionales. Esa es la parte positiva de este episodio. Clinton se presentaba ayer como vencedor. Pero es una victoria pírrica, y la garantía que ofrece a medio plazo es escasa. ¿Asumiría Clinton esos mismos riesgos a tres meses de las elecciones presidenciales?
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