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De amenazas y periodistas

Emilio Lledó en su Memoria de la ética reconoce al mundo homérico como el primer espacio social poblado por héroes protagonistas y creadores de la ética mediante un complejo sistema sancionador y proclamador de sus hazañas. Luego afirma que estos héroes afanosos de su honra y capaces de dar, continuamente, la vida por ella, han creado modelos admirables de relaciones entre los hombres, en los que es posible el esfuerzo, el idealismo, la generosidad. El filósofo explica cómo al conceder que Aquiles tuvo la posibilidad de elegir se abrió una perspectiva moral donde la vida y, por consiguiente, el instinto de defensa del propio yo, el egoísmo implacable, puede quedar domeñado por una idea a la que el individuo entrega, precisamente, el privilegio de su singularidad, incorporándose así al espacio donde se teje lo social y se inicia, realmente, la humanización. Para Lledó vivir en la memoria es vivir en la esperanza de sujetos vencedores de lo efímero, significa creer que la existencia llega mediante la palabra más allá de lo que alcanza el tiempo asignado a los horribles, y es más valiosa que la simple singularidad que la encarna.El asesinato de Gregorio Ordóñez de un tiro en la nuca mientras almorzaba el lunes 23 de enero en un bar de la parte vieja de San Sebastián, propicia esta vuelta a los clásicos griegos que iluminan el sentido de la vida en libertad. Sorprende que estos textos resulten más cálidos y consoladores qué las palabras del obispo de la diócesis donostiarra en la homilía del funeral por el asesinado. Monseñor Setién se acreditó como un verdadero especialista en elipsis y logró evitar la directa condena de los asesinos. Puede entenderse la paternal solicitud del ordinario por esos hijos pródigos de la banda etarra, que tantas balas y explosivos mortíferos dilapidan, pero es inaceptable cualquier disimulo de la magnitud de sus crímenes o cualquier intento de equidistancia entre asesinados y asesinos. Cuando todavía proseguían los ecos de la movilización ciudadana de condena al asesinato en todo el País Vasco y en toda España, llegaron a la prensa los borradores de unos debates siniestros donde las gentes de KAS (Coordinadora Abertzale Socialista) consideran bajo qué circunstancias resultaría conveniente atentar contra los periodistas nocivos que osan discrepar de la causa etarra. Los autores de estos borradores que, Regado el caso se pasan luego a limpio con pólvora y goma-2, piensan que los explosivos de sus zulos les autorizan a establecer unos muy estrictos límites a la libertad de expresión, más allá de los cuales sobrevienen los disgustos. Pues que sobrevengan. Porque, como don Quijote nos previno, por la libertad, amigo Sancho, se puede y se debe aventurar la vida.

Otras aventuras informativas han originado fuertes y equívocas polémicas. Pero más allá de los amparos de la Asociación de la Prensa y de otros comunicados de varia lección, lo censurable de TVE en las declaraciones de Sancristóbal es el formato elegido para la ocasión, la falta de distancia sobre las palabras ofrecidas a los espectadores, el desequilibrio de acusaciones sin el contraste con el juez acusado, la ausencia del entrevistador en el plano y de la referencia de sus preguntas. Porque convengamos en que a los periodistas corresponde ejercer la función de criterio, presentar los hechos y las causas, sin asumir beligerancias unilaterales ni deslizarse hacia otras indebidas identificaciones.

¿Cuántas veces los periodistas pensando haber logrado una gran exclusiva han sido encelados e instrumentalizados por otros? Algunos que se tienen por incansables lebreles siguiendo una valiosa pieza, en realidad sólo corren detrás de un señuelo mecánico al que los empresarios del canódromo, a cubierto de la intemperie y la fatiga, dan mayor o menor velocidad atentos sólo a suministrar emociones al público y garantizarse su asiduidad para la próxima jornada del espectáculo.

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