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El paro según Boyer

JOSÉ ARANDA AZNAREl autor rebate las estimaciones de Miguel Boyer sobre el desempleo y discute abiertamente la metodología en1a que se basa el ex ministro de Economía.

En el artículo publicado por el señor Boyer Salvador en EL PAÍS del pasado 5 de enero se vierten algunos comentarios sobre la Encuesta de Población Activa (EPA) a los que, como responsable de la misma, me veo en la obligación de responder públicamente.Dice el señor Boyer Salvador, como es cierto, que la Contabilidad Nacional del propio Instituto Nacional de Estadística (INE) estima, para 1990, 414.000 ocupados más que la EPA, pero, seguidamente, se permite restar dicha cifra del número de parados de dicho año, operación que implica desconocer que las alternativas de relación con la actividad económica no se limitan a tener empleo o estar buscándolo, sino que abarcan otras posibilidades como ser estudiante, dedicarse a labores del hogar, ser jubilado, etcétera. Efectivamente, no existe fundamento para asegurar que la infraestimación de uno de los sumandos (los ocupados) ha de verse contrarrestada por la sobreestimación de uno solo de los otros sumandos (los desempleados).

Seguidamente, el señor Boyer, citando un estudio sobre retenidos por IRPF del ministerio del que fue titular, habla de 1,4 millones de trabajadores más que en EPA en 1992 y deduce, aplicando el mismo error aritmético citado, que la tasa de paro bajaría del 24% al 14%, concluyendo que esta ignorancia sobre el número de parados no puede continuar.

Pero en este caso, además, la fuente citada es menos feliz que la Contabilidad Nacional, puesto que resulta impensable que quienes trabajan y contribuyen por ello, los retenidos del citado estudio, tengan el menor interés en negar dicho trabajo a los agentes entrevistadores del Instituto Nacional Estadística, quienes, por añadidura, garantizan a los ciudadanos el secreto. estadístico que protege sus datos individuales.

Concluye el señor Boyer que el INE no debe continuar autosatisfaciéndose con alusiones a la incultura y a la picaresca españolas que él no observa en países como Portugal, Grecia o Irlanda, países a los que asigna estadísticas de empleo más solventes. No sé de dónde habrá sacado el señor Boyer esas autos atisfacciones, ni tampoco sé en qué se basa para la comparación.

Dejando de lado que el INE de España ha sido designado por Eurostat para asesorar a Grecia en el montaje de su Encuesta de Fuerza de Trabajo y que forma parte -junto con Alemania, Francia y Reino Unido- de un grupo destinado a la renovación de dicha Encuesta Comunitaria, si en lo que se basa el señor Boyer para sacar tan mal parada a la estadística española es en las tasas de empleo y paro de dichos países, parece que no ha reflexionado sobre la estructura productiva de los mismos (compárense sus tasas con las de Galicia, por ejemplo), en la tardía incorporación de la mujer al trabajo que se produce en España (véase el caso similar de Irlanda), en el retorno de emigrantes españoles que salieron al extranjero en la década de los sesenta y el freno a la salida de mano de obra emigrante, en el acceso al mercado de trabajo de generaciones muy numerosas nacidas en la década de los setenta, precisamente en épocas de recesión económica y con cierto retraso en la introducción de altas tecnologías, Y de otra multiplicidad de factores, desgraciadamente coincidentes en el tiempo, que, entre otras investigaciones, explica la Encuesta de Población Activa de España.

Produce escalofríos contemplar cómo el señor Boyer reduce a un problema de medida, acotado opináticamente, el análisis de los puntos clave para entender la especificidad en un contexto internacional de las altas tasas de desempleo estructural en España y su evolución con el ciclo.

De cualquier modo, y reconociendo el derecho que asiste a cualquier persona a poner en duda el trabajo estadístico, es de lamentar que no se emplee el talento en alcanzar medidas que alivien el problema del paro y se pretenda trasladar el debate de ideas hacia un estéril debate sobre cifras. Los estadísticos, en nuestra calidad de ciudadanos, seremos los primeros en celebrar que las cifras de paro sean lo más reducidas posible.

José Aranda Aznar es director general de Estadísticas de Población y Hogares del Instituto Nacional de Estadística (INE).

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