Funciona
Cuando la lectura de los periódicos me deja acongojada (todos los días), cuando mi deprimo al ver cómo González se ata ciegamente al timón del barco a la deriva (por favor, que no nos incluya en su gesto heroico, que tenga el detalle de naufragar él solo y no árrastrarnos), cuando me espeluzno con las sombrías sospechas que difunden los GAL (en el extenso catálogo de delitos cometidos en las vecindades de los Gobiernos socialistas, ¿qué crimen quedaría por incluir? ¿Patear ancianas en las esquinas?), cuando me irritan los bramidos de justa indignación con los que gentes como Barrionuevo se dedican a ensuciar el prestigio de Garzón (y esto, me temo, es sólo el principio de una dura campaña antijudicial), cuando me desespera, en fin, ser española, intento detenerme en mitad de un exabrupto y recordar qué somos.Y somos, conviene no olvidarlo, una especie de milagro político. Venimos de un retraso histórico que ha durado dos siglos, de una ignorancia democrática supina, de una vieja e incómoda propensión a degollarnos los unos a los otros por pensar distinto. O sea, que podríamos haber reventado como lo hizo Yugoslavia: , a decir verdad, cuanto más lo pienso mas me admiro de que Madrid no se llame Sarajevo ni Cataluña Bosnia. Este salto gigante que hemos dado es un logro de todos: de UCD, del PSOE, de la oposición, de los pasotas que jamás han votado. Gracias a esa ingente construcción civil que ha levantado nuestro común esfuerzo existe hoy, por ejemplo, una judicatura, independiente capaz de rizarles el pelo a los mafiosos. Incluso los ladrones y los asesinos ocupan su lugar, porque un tránsito tan colosal no se hace sin costes. Ahora sólo queda mandar a los delincuentes a la cárcel y a los socialistas a unas muy merecidas vacaciones. ¿Quién habló de depresión? Esto funciona.
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