_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El escote de su bata

Juan José Millás

Este Madrid, en el que podemos morir de un tiro en Nochevieja, es el mismo desde el que Barrionuevo dispara metralla verbal contra Garzón amparado en su condición de diputado. Este Madrid, en el que los ediles hacen de Reyes Magos, es el mismo que contempla la cabalgata de los ex consejeros de Banesto, que suele acabar en Alcalá-Meco. Este Madrid de las rebajas es también el Madrid de los peritos caligráficos de Sancristóbal. Aquí cantan Amedo, y Serrat, y estrena Charo López, y presenta Aute su último trabajo. Aquí la nueva ley de alquileres adquiere un significado especial porque es una ciudad llena de inquilinos y caseros irreconciliables. Aquí hay una huelga intermitente de metro y autobuses que ya no desespera a nadie, porque lo importante no es moverse entre Canillejas y Ópera, sino entre Madrid y Barcelona. Aquí hiela como en cualquier país centroeuropeo, pero rara vez vemos la nieve en nuestras calles. Aquí un DNI te cuesta 750 pesetas, con las que los guardias se toman unas cañas. Aquí las prostitutas llevan lo puesto debajo del abrigo y tres grados bajo cero en la Castellana.Aquí hay gente que durante años no ha hecho otro trayecto que el de su casa al trabajo y viceversa. Aquí las casas comienzan a ventilarse a las nueve y diez. Si sales a la calle a las nueve y diez de la mañana, puedes ver detrás de cada ventana un cuerpo envuelto en una bata verde o azul, o en una bata rosa; luego, una mano abre la ventana y el cuerpo permanece durante unos segundos contemplando el vacío. Elevan lo puesto esos cuerpos debajo de la bata y tres grados bajo cero entre las ingles. Aquí los parados pasan por el ambulatorio a coger la receta contra la depresión antes de comprar el pan, y después se meten en la cama. Aquí se enamora la gente, al ir o al venir de la oficina, y cada tres minutos se comete un adulterio.

Aquí están los juzgados de plaza de Castilla, famosos en Wall Street, y las Torres de Europa y las oficinas centrales de Hacienda. Aquí están todos los ministerios de España, todos, desde el del Ejército hasta el de Comercio, pasando por el de Cultura y el de Sanidad. Aquí está Galerías Preciados viajando de una mano a otra como la heroína o la coca, cada vez más cortada, más recortada, más adulterada, en fin, enriqueciendo a los Cisneros y arruinando a los vendedores al por menor.

Aquí viven el presidente del Gobierno y el Rey, y Aznar y Anguita y Leguina. Hasta el alcalde de Madrid, Álvarez del Manzano, vive en esta ciudad por la que usted y yo hemos deambulado más de una vez en busca de una farmacia de guardia. ¿Cómo va, por cierto, la otitis de su niño? Aquí vive Belloch sus últimos días de gloria efímera, de águila bicéfala, sus últimas jornadas de duro de película. Parece ya un Clint Eastwood devaluado, insolvente, inverosímil. Es un Belloch de cartón piedra (nada que ver con aquel juez para la democracia de Bilbao), que no sabe, no contesta, y tiene que mirar hacia otro lado cuando IU le pregunta lo que le pregunta.

Aquí parece que va a pasar algo todo el rato, pero no pasa nunca nada, aunque nos quedemos sin transporte interurbano o reviente la tubería del gas. Aquí no pasa nunca nada porque toda esta concentración de cosas y personas en un espacio limitado es imposible. Así que es mentira todo, usted y yo somos mentira, y también esa mujer envuelta en una bata blanca que ahora abre la ventana para ventilar el dormitorio. A lo mejor esa mujer es usted misma; tiene ojeras por culpa de la otitis de su niño y se dispone a airear la casa en este mismo instante en el que yo estoy a punto de decir que aquí sólo sucede algo notable cuando usted sale a su balcón, dos grados bajo cero, y al sacudir la alfombra se le abre el escote de la bata. Buenos días.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_