Las administraciones gastan 30.000 millones en museos contemporáneos sin colecciones definidas

Desde hace unos 10 años, en España se han creado numerosos centros de exposiciones o museos dedicados al arte contemporáneo. Las instituciones públicas se han gastado unos 30.000 millones de pesetas en construir edificios para acoger la creación actual, pero esta inversión no se ha correspondido, en la mayoría de los casos, con una política clara a a la hora de definir los proyectos museográficos y de crear colecciones importantes. Es decir, que antes se ha pensado en el contenedor que en el contenido. El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, el Centro Gallego de Arte Contemporáneo y el Museo Guggenheim de Bilbao, con distintos matices, han apostado por la arquitectura de prestigio. Ahora queda la definición del proyecto.

La situación del arte contemporáneo en España ha cambiado positivamente en esta última década. Las instituciones públicas se han querido sumar a este renovado interés por el arte y, en gran medida, lo han hecho con la construcción de edificios firmados por arquitectos de prestigio, locales que tienen además la función de acoger el arte contemporáneo.Gran parte de estos nuevos museos -con la excepción del IVAM de Valencia, que ha consolidado su prestigio internacional con una gestión coherente y ajustada a sus posibilidades-, ha generado o genera numerosas polémicas debido a la indefinición de su programa a su inestabilidad económica del equipo directivo.

El emblema del arte contemporáneo en España es el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), que, por su envergadura, ha estado en el centro de todas las polémicas, especialmente en lo que se refiere a la definición e instalación de su colección permanente.

En el caso del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), el problema ha sido económico. En 1993 se vio obligado a cerrar sus puertas durante cuatro meses debido a una deuda acumulada, y también es ésta la causa de que no pueda tener una colección propia.

El Centro Gallego de Arte Contemporáneo (CGAC) es el mejor ejemplo de la indefinición. El edificio, de Álvaro Siza, se inauguró en septiembre de 1993 y después ha permanecido un año cerrado a la espera de que la Xunta nombrara a su equipo directivo. Finalmente, se reinauguró en noviembre de este año con un programa museográfico definido. Es el camino que puede seguir el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACB), cuyo edificio puede inaugurarse en primavera, vacío. El nuevo director del centro, Miquel Molins, no se incorporará plenamente hasta el mes de junio y la apertura real del centro se atrasará a finales de 1995. En este caso, la principal razón del retraso ha sido la falta de acuerdo de las partes que integran su patronato sobre el tipo de museo que quiere hacerse. No se discute ahora su existencia pero sí la propuesta que debe hacer.

El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, que se ubicará en las Reales Atarazanas de Sevilla, y que fue encargado por la Junta, a la comisaria Carmen Giménez, acumula un gran retraso y está pendiente de su redefinición. El centro, del que se desconocen todavía sus grandes líneas pregramáticas, funciona provisionalmente.

El Gobierno vasco optó por llegar a un acuerdo con la estadounidense Fundación Guggenheim para que, con dinero público, ésta instalase una delegación de su museo en España, con lo que se aseguraba desde un principio una colección potente -aunque poco relacionada con el contexto español- que aseguaría público y prestigio al centro.

Información realizada por Eva Larrauri, Adolf Beltran, Xose Hermida, Ángeles Hermida, Juan M. Rodríguez y Catalina Serra.