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Tribuna:EL CASO BANESTO
Tribuna
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Conde el memorioso

La justicia produce amnesia hasta en una cabeza que la prensa/publicidad ha presentado durante años como privilegiada, como una memoria a prueba de balas. Ayer, el juez Manuel García-Castellón tuvo la ocasión para ver que la memoria de Conde no resistía las preguntas. Uno de los asuntos examinados, objeto de un careo con el ex consejero Manuel Rivas, es ilustrativo.Flash back. Corrían los primeros meses de 1989. El presidente de Banesto, Mario Conde, llamó a Martín Rivas, director general de banca comercial, con cuarenta años en la entidad. Según le explicó, se necesitaba hacer un pago en efectivo de 300 millones de pesetas, fraccionado en dos Mitades. Rivas, de acuerdo con las instrucciones de Conde, tenía que entregar el dinero, en Banesto, al secretario particular de Conde, Apolonio Paramio Andrés, llamado Pol. Éste, de acuerdo con los detalles que dio Mario Conde a Rivas, se los haría llegar a Adolfo Suárez. Más tarde, se acreditaría la documentación para justificar el pago.

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Martín Rivas cumplió las instrucc lones. Llamó a Pol y éste, con dos maletines, se hizo cargo del dinero. Rivas anotó el cargo contable correspondiente y esperó la documenta ción. Nunca llegaba. Los 300 millones de pesetas quedaron anotados como una entrega, pero sin justificante. En agosto de 199 1, Conde cesó a Rivas como director general y le nombró consejero del banco. Pero Martín Rivas siguió recordándole aquellos justificantes. No había manera de que Conde cuidara un detalle elemental: se puede hacer desaparecer una cantidad determinada, en un banco o en una empresa, pero dificilinente se comprende que alguien deje las huellas digitales. En este caso las huellas eran de Rivas, pero igualmente no parece lógico.

En el mes de enero, días después de la intervención de Banesto, Rivas llamó una vez más a Conde. Le recordó que los justificantes de aquellos 300 millones estaban pendientes y que se veía en la obligación de informar a los interventores. Conde le dijo que le parecía bien. Y Rivas contó su versión completa. Quién le había dado la orden, a quién debía entregar la pasta y quién era el destinatario, según la versión que Conde le había contado en aquellos primeros meses de 1989. Poco después Adolfo Suárez fue preguntado por la historia de los dos maletines que Pol presuntamente debía entregarle. El ex presidente del Gobierno negó los hechos de manera verbal y, más tarde, escribió una carta sobre el asunto.

Pasó el tiempo. El 26 de octubre pasado, los administradores de Banesto pidieron a Rivas una versión por escrito. El 27 la redactó y el 28 se dirigió a Castellana 7 para entregarla.

Travelling. Rivas fue incluido entre los primeros diez querellados del caso Banesto precisamente por el asunto de los 300 millones de pesetas. Fue el primero en declarar ante el juez García-Castellón lo que éste y el fiscal Florentino Ortí ya conocían por la documentación oficial. Pero querían que lo dijera en su descargo dentro del juzgado como parte de un truco procesal. Rivas, como Sísifo, volvió a subir la montaña con el peso de los 300 millones de pesetas injustificados a cuestas.

Y, finalmente, ayer por la mañana, el juez García-Castellón interrogó a Conde poco después de comenzar su declaración por el asunto de los 300 millones. El ex presidente dijo que la versión de Rivas no era cierta y que no recordaba ninguna historia parecida. García-Castellón, a la vista de la contradicción, hizo llamar a Rivas por teléfono, según fuentes judiciales, a las 11.00 horas de la mañana para citarle inmediatamente al juzgado. Sobre las 13.00 horas Conde y Rivas se sometían a un careo de una hora, aproximadamente. Los hechos que Rivas narró, Conde no los recordaba. Al contrario, su versión era diferente.

Acto seguido, el juez citó ayer por la tarde a Pol, el de las entregas. Pol, que trabaja actualmente en una oficina de Banesto, ya había anticipado a Banesto que él no recordaba nada porque cosas como la que mencionaban se hacían mucho en el banco. Al entrar a declarar ayer en la Audiencia Nacional, Pol se cruzó, según varios abogados, con Martín Rivas, que debía volver al juzgado por petición del juez poco antes de las cuatro de la tarde. Pol le extendió la mano para saludarle. Rivas se cabreó y dio un manotazo para recoger su carné de indentidad de manos del guardia.

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