Padres, profesores e hijos
La columna de Sánchez Ferlosio Fuera papás del pasado 26 de noviembre, me lleva a proponerle mi experiencia personal. Si en el año 1979, hubiera dejado a mi hijo (tenía cinco años) enfrentarse "a solas" con la escuela pública, hubiese tenido que admitir (para él) la enseñanza de la asignatura de religión católica, a pesar de mi opinión contraria y de existir una ley que amparaba mi derecho. De no ser por la solidaria intervención de otros padres -entre los cuales también figuraban padres cuyos hijos recibían enseñanza de la religión católica-, los funcionarios docentes -en contubernio con la institución eclesiástica- hubieran intentando adoctrinar a mi hijo de acuerdo con sus designios.Suponer que el padre y el profesor están pactando a espaldas del niño para que éste reciba una "atención personalizada" vale tanto para echar a los padres de la escuela cómo para expulsar a unos funcionarios que se prestan a esa confusión. Sí ha existido, en cambio, una confabulación entre profesores y Estado para amoldar la enseñanza a las exigencias del docente, y lo que menos importó aquí fue la dignidad de la "institución pública" que tanto añora usted.-