La obra sinfónica Antón García Abril

Celebró el pasado sábado la Fundación Guerrero un concierto monográfico de la obra sinfónica de su asesor musical Antón García Abril, que el año pasado recibió el Premio de Composición denominado, en la jerga profesional de los músicos, el cuponazo.La Orquesta Sinfónica de Madrid, dirigida por Enrique García Asensio, hizo interpretaciones muy brillantes de todas las obras, que pasarán a un disco, con lo que la institución promotora redondea su labor en pro de nuestros compositores. En el Concierto de piano tuvo lucida actuación como protagonista el competente e inquieto profesor Guillermo González, al que los músicos españoles deben una larga gratitud. Escuchamos a González esta obra, según la versión del año 1994, interpretada en. el Festival de Granada: el pianista entiende, siente y domina la partitura con gracia y poderío.

Escrito por encargo de RTVE, igual que Hemeroscopium, este concierto tiene una larga historia. Cuando se lo planteó, García Abril no había llegado a los treinta años; los amigos le insistíamos para que diera fin a la partitura, pero el músico turolense estaba preso de otras urgencias y, como me dijo y publiqué, sentía la preocupación de desmentir el tópico de que era un compositor fácil, lo que le parecía incierto y no le faltaba razón.

De todos modos, me atrae de manera especial la espontaneidad, típicamente juvenil, del Allegro inicial, de espíritu un tanto halffteriano (me refiero a Ernesto), pero de traza personal. Revisado con minucia y presionado por el encargo de RNE, el concierto estuvo listo para su audición en el año 1966, en manos de Esteban Sánchez y bajo la guía de García Asensio. Pasados los años, el autor ha vuelto sobre esa partitura y la revisión escuchada en Granada y Madrid data de este mismo año. Una cosa es evidente: no estamos ante una música prologal, ante un antecedente de lo que después ha sido García Abril, sino frente a unos pentagramas que se siguen con interés por su buena factura y su bella afectividad.

Hemeroscopium es una lejana evocación de Jávea y, aunque no existan alusiones nacionalistas, algo de luz mediterránea, habita en este concierto para orquesta (1972), a lo largo del cual la fidelidad melódica (le García Abril se multiplica, sectorializa y diversifica, aunque por sentimiento y color el carácter general de la obra quede muy unificado.

Las Tres sonatas, de Soler, adaptadas para orquesta por García Abril, revelan el origen: ser danzadas por Mariemma y su ballet. Intérpretes y compositor recibieron prolongadas ovaciones.