Craxi: la extradición que no se pide
Dos condenas de cárcel contra el ex primer ministro socialista Bettino Craxi no bastan para que se ponga al alcance de los jueces. Sigue en Túnez, sin que se haya solicitado su extradición debido, presumiblemente, a dos razones: Que el tratado bilateral deja algún margen para que la extradicción sea negada y otra es que, de ser concedida, lo sería sólo por algunos delitos concretos, limitando la posibilidad de que sea juzgado por las numerosas ilegalidades que se le atribuyen."No me ha juzgado un tribunal de justicia, sino una banda armada de prejuicios y de sectarismo político que ejecuta lo que se había decidido de antemano", dijo ayer Craxi, tras conocer que ha sido condenado por primera por corrupción, a cinco años y medio de cárcel, por el asunto Eni-Sai. En julio había sido condenado ya a ocho años y medio de prisión por su contribución a la quiebra del Banco Ambrosiano.
La noticia coincidió el martes con la de la dimisión de Di Pietro, que había instruido este caso relativo a un acuerdo por el que el ente petrolero italiano aseguró a sus 130.000 trabajadores en la Sai de Salvatore Ligresti, constructor amigo de Craxi, a cambio de más de 1.300 millones de pesetas repartidos entre los socialistas y los democrístianos.
"Me defenderé con la Declaración Europea de los derechos del hombre en la mano", declaró ayer en Hamamet (Túnez) el ex líder condenado. "Han utilizado una declaración confusa prestada por un hombre que se encontraba encarcelado, y en un estado de desesperación total", añadió para explicar su desacuerdo.
Las autoridades suizas confirmaron recientemente que 15 kilos de oro depositados en un banco de dicho país pertenecen a Craxi, que había negado el hecho, descubierto por Di Pietro, así como que tenga un apartamento en Barcelona, otro en Nueva York y cuentas millonarias en el extranjero, según afirman los jueces. El ex líder del PSI afirma que transfirió tales cuentas a sus sucesores en la dirección socialista, cosa que estos niegan.
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