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Plácido Domingo cree que a Wagner le habría entusiasmado una 'Walkiria' latina

El tenor español inaugura hoy la temporada de ópera en la Scala de Milán

Debe ser difícil tener complejos cuando se es un artista de fama internacional, con el repertorio más amplio y variado que ningún tenor haya tenido en la historia de la ópera. Y Plácido Domingo no los tiene, ni siquiera en estas horas de capilla, en la víspera de una cita tan trascendente y siempre preocupante como es la prima de la Scala de Milán, la inauguración de la temporada del gran templo mundial de la ópera, que el cantante español abordará hoy como Sigmundo en La walkiria, de Wagner, según una versión dirigida por Ricardo Muti.

El tenor se resiste a hablar, preferiría cuidar la voz con un silencio sagrado para poder dar su mejor forma en este papel, que, siendo uno de los más breves entre los grandes personajes de Wagner, pues Sigmundo muere cuando a La walkiria le queda todavía hora y media, es, sin embargo, uno de los más largos que Domingo haya cantado nunca. "Ni en el Otello ocurre que el tenor cante tanto como Sigmundo en los dos primeros actos de esta ópera", asegura.Pero, tras comentar que esta versión latina "tal vez sea la que a Wagner le hubiera gustado oír", enseguida se lanza a explicar con entusiasmo su personaje y el de su antagonista, Siglinda, "los dos únicos seres reales en este drama de dioses, gigantes, enanos, de odios e injusticias". "Sigmundo", prosigue Domingo , es, además, uno de los personajes más sufridos que hay, junto al don Alvaro de Laforza del destino y el Borís Ipanov de Fedora".

Al cantante le entusiasma el primer acto en el que acaban confluyendo casi todos los temas que Wagner puso en su célebre tetralogía para dar un crescendo "grandioso".

"Es la apertura del drama, pero a la gente le queda el sabor para toda la función", añade, convencido de que a toda esa parte le conviene una gran dosis de lirismo -"hay cosas que se pueden cantar como si fuera La boheme", señala-, dificil de lograr por el tenor heroico wagneriano, con su gran vibrato y su voz abaritonada, que, afirma, suenan cansados cuando hacen el Sigmundo. Eso sí, "hay que dar a la voz un color oscuro, pero que no es distinto del Otelo o el Sansón", afirma.

Éxito

El éxito de esta fórmula latina aplicada a Wagner lo ha comprobado Plácido Domingo como Parsifal, que hizo hace tres años también en Milán y que el próximo verano repetirá en Bayreuth, el festival fundado por el genio de Leipzig; y también como Sigmundo, que cantó hace dos años en Viena.

"Me siento igual de bien en las versiones teutónicas que en esta latina de Muti", dice, seguro del éxito de la función de hoy, que, si se confirma, romperá un maleficio secular. Porque desde su estreno milanés, en diciembre de 1983, ninguna representación de La walkiria ha logrado triunfar en la Scala. Incluso Arturo Toscanini fracasó, en 1902.

Waltraud Meier, como Siglinda; Gabriele Schnaut, como Brunilda, y Monte Pederson como Wotan, completan la pri mera línea del reparto que hoy debuta en la Scala. Todos ellos son especialistas wagnerianos, salvo Domingo, que sigue rechazando esa calificación.

"Yo pienso seguir cantando de todo, y he comprobado que Wagner me favorece a la hora de cantar otras cosas. Es cierto que he aceptado hacer el Tristán en 1996 en Viena, pero a condición de que ese papel, mucho más largo y con una tesitura más alta que la de Sigmundo, no me perjudique. En otro caso, lo abandono. Como Sigfrido, me gusta el de El ocaso de los dioses, y quiero grabarlo en disco. Hay un proyecto de que grabe los dos Sigfridos, Sigmundo y Logue. Pero en el escenario no creo que lo haga. Entre otras cosas, porque el Sigfrido tiene dos do naturales en los que los tenores alemanes rompen habitualmente la voz (hacen un gallo) y a nadie le importa. Pero eso es algo que a mí no se me permitiría". Simultáneamente, Plácido Domingo debutará en otros papeles, incluso de tenor juvenil, como el Idomeneo mozartiano que acaba de interpretar en Nueva York. "Sólo he prescindido de obras como Manon, Il ballo in maschera, La forza, El trovador, Aida, las más difíciles y a las que ya pagué mi tributo", explica.

"A España, como turista o para cantar"

"Yo a mi país, lo adoro. Vengo encantado a hacer de turista o a cantar, y estoy orgullosísimo de llevar el nombre de España por todas partes. Pero tener responsabilidades ... Prefiero estar involucrado en otros lugares", dice Plácido Domingo, en un momento en el que la conversación gira hacia el Teatro Real de Madrid y el futuro de la ópera.¿No salió el tenor satisfecho de la experiencia de Sevilla, donde coordinó la parte operística asociada a la Expo? "Pues hombre, no creo que se aprecie lo que se hace. Entonces, prefiero ser recordado como artista y gozar de mi país al máximo, antes que estar encargado de algo que luego no se pueda apreciar. Prefiero empeñarme con toda tranquilidad donde sabes que de antemano te aprecian, incluso sin saber cómo vas a hacer las cosas, conste que no me refiero al público, porque artísticamente no me puedo quejar".

"Me encantaría prosigue, "que encontraran a la persona adecuada para que el Real verdaderamente tenga el lugar que se merece. Pero ya han dado algunos pasos que me parecen extraños, porque llamar a un Mortier [Gerard, director del Festival de Salzburgo], pues no. Mortier es para un festival especializado, pero no para un teatro de repertorio que tenga que trabajar todo el año, dicho esto con todo el respeto para Mortier".

Plácido Domingo debutará en 1996 como director musical de la Opera de Washington, un teatro hasta ahora modesto pero que aspira a ponerse al nivel de la capital política norteamericana. ¿Limitará este compromiso su carrera? "Yo, hasta ahora, no he reducido nada por hacerla dirección de orquesta. Sigo cantando entre 60 y 65 funciones al año, que son más o menos las mismas que he hecho siempre, salvo en los años setenta, en que llegué a hacer 90 representaciones".

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