Berlusconi cede y logra la paz con los sindicatos italianos
"Ha terminado la guerra de las pensiones. El país tiene necesidad de concordia y de una línea de actuación responsable". El presidente del Gobierno italiano; Silvio Berlusconi, anunció así ayer el acuerdo con los sindicatos alcanzado sobre las ocho y media de la mañana, tras casi 24 horas de negociaciones, 15 de ellas ininterrumpidas, que condujo personalmente. El compromiso implica la cesión fundamental por parte del Gobierno de que se aplace la reforma del sistema de jubilaciones y un coste cifrado en más de 300.000 millones de pesetas que será financiado con subidas de impuestos.Berlüsconi se desdice, pues, de más de una promesa, como la de que no aumentaría la carga fiscal ni admitiría una ley de presupuestos generales del Estado para 1995 que no incluyera una reforma estructural del sistema de pensiones, el más caro de Europa porque permite la jubilación por ancianidad en cuanto se cotiza durante 35 años y tras sólo 15 años de cotización en el caso de los funcionarios.
Pero a cambio ha logrado que los sindicatos desconvocaran la huelga general que habían anunciado para hoy y un clima de paz social imprescindible para prolongar la dificultosa vida del Gabinete hasta un horizonte cada vez más difuso. "Ninguna fuerza política podrá decirse descontenta cuando presente el plan global de Gobierno", afirmó ayer Berlusconi, aludiendo a la cuestión de confianza que sus aliados de, la Liga Norte afirman que quieren plantear en enero.
Acogida favorable
Roberto Maroni, ministro de Interior y número dos del líder liguista Umberto Bossi, se declaró ayer muy satisfecho por el acuerdo y el líder de Alianza Nacional, Gianfranco Fini, afirmó que Berlusconi es el único primer ministro posible. También el Partido Democrático de la Izquierda (PDS) celebró el compromiso como "un fruto de las luchas sindicales", lo mismo que el líder del Partido Popular Italiano (PPI), Roceo Butiglione.El propio Berlusconi estimó que el acuerdo representaba un gran logro, ya que, dijo, los sindicatos jamás habrían aceptado hace tres meses discutir una propuesta como la avanzada ayer. Los sindicatos han logrado, sin embargo, su objetivo principal, expuesto a Berlusconi desde el comienzo, de que la reforma de las pensiones fuera objeto de una negociación y de un texto legal distinto de la ley de presupuestos. Los aspectos más polémicos de la reforma aprobados hace dos semanas en la Cámara de Diputados bajo la amenaza de que el Gabinete dimitiría si la votación le fuera desfavorable han quedado anulados.
Según el acuerdo alcanzado ayer, la reforma de las pensiones será tema de un decreto ley separado de los presupuestos en el que todo vuelve a ser negociable, salvo la cuantía del ahorro derivado de la reforma y la fecha de aprobación de la norma, que deberá entrar en vigor el próximo 30 de junio. El acuerdo prevé, además, la adjudicación de 1 billón de liras (más de 80.000 millones de pesetas) de los presupuestos de 1995 al desarrollo del Sur y a la promoción de empleo, junto a mayores subvenciones para las familias y para los damnificados por las recientes inundaciones, todo con el compromiso de que se mantenga el objetivo de ahorrar unos 50 billones de liras con respecto al balance de gastos e ingresos previsible.
Es significatico que la Confindustria, la patronal italiana, mostrase anoche grandes reticencias hacia el acuerdo alcanzado por Berlusconi con los sindicatos. Sin embargo, el primer ministro italiano vuelve a sentirse, fuerte, porque los sondeos indican que su popularidad sube desde que está siendo investigado por los jueces. Ayer reiteró que pronto irá a Milán a declarar ante el fiscal Antonio Di Pietro, y anunció una conferencia de prensa para inmediatamente después de ese encuentro.
"He jurado que soy inocente sobre la cabeza de mis hijos. Algunos se han burlado de ese proceder, que para mí es sagrado, y expresa hasta qué punto me considero inocente. Si se demostrara lo contrario, me tendría que ir no sólo del Gobierno, sino del país", dijo ayer Berlusconi. Pero enseguida, en un rifirrafe con un periodista, añadió: "No dimito ni en sueños. No creo que ningún tribunal me pueda condenar porque me llamo Silvio Berlusconi. Sería una sentencia política, un acto subversivo".
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