_
_
_
_
_

"No fue difícil diagnosticar el primer caso"

El enigma de la habitación 516. Así fue denominado en el hospital de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), en octubre de 1980, el que más tarde sería considerado el primer caso de sida aparecido en el mundo.

Apenas dos años después, el doctor Antonio García Pérez, entonces catedrático de dermatología de la Universidad Complutense de Madrid, diagnosticó a un enfermo de sarcoma de Kaposi, al que se le incluyó en la categoría de síndrome de inmuno deficiencia adquirida, nombre que acababa de acuñar el Centro de Control de Enfermedades Infecciosas (CDC) de Atlanta en Estados Unidos. García Pérez recuerda ahora que "en 1982 no fue difícil diagnosticar a aquel paciente como el primer caso de sida en España, pues ya se disponía de suficientes datos para definir la enfermedad".

Más información
La OMS pide a las familias que se impliquen en primera línea en la lucha contra la enfermedad

Según advierte este médico jubilado de 71 años poco antes se había hallado otro caso en Barcelona, pero "el diagnóstico se había hecho post mortem mediante autopsia". García Pérez comenta que su primer paciente enfermo de sida era "un hombre joven, de unos 30 años, homosexual, que presentaba unas lesiones tumorales pigmentadas en la piel y que se conocían como sarcoma de Kaposi".

Ejecutivos y viajeros

Esta afección dermatológica ya había aparecido un año antes por primera vez en varones homosexuales jóvenes en Nueva York que fueron considerados como enfermos de sida. "Con esta nueva enfermedad", explica García Pérez, "el sarcoma de Kaposi pasó de la letra pequeña de los tratados de dermatología a los grandes titulares de los periódicos de todo el mundo. Hasta entonces se trataba de una patología tumoral poco frecuente que aparecía en personas de edad avanzada y era de evolución muy lenta y apenas agresiva, por lo que muchos de estos enfermos morían por otra causa. En los pacientes con sida este proceso, además de estar más extendido por diferentes zonas del cuerpo, era mucho más virulento".A los pocos meses, García Pérez, que entonces era jefe del servicio de dermatología del hospital Clínico San Carlos de Madrid, diagnosticó el segundo caso con análogas características que el primero: "Además de las manifestaciones ¿te la enfermedad, la edad y su tendencia homosexual, ambos tenían en común que habían viajado a San Francisco (California) y eran altos ejecutivos".

Según cuenta este especialista, los dos pacientes reaccionaron muy bien cuando se les comunicó el mal. que sufrían, dispuestos acolaborar en todo con los médicos. "Pero, lamentablemente, enseguida empezaron a tener infecciones oportunistas, como neumonías, que cedían sólo temporalmente al tratamiento con antibióticos. A uno de ellos, se le tuvo que operar de un linfoma. Sin embargo, en pocos meses tuvieron que ser ingresados y murieron en el hospital".

En palabras de García Pérez, en 1982 no se sabía demasiado de la "extraña enfermedad" que acababa de ser bautizada con el nombre de sida. "Sospechábamos que la enfermedad guardaba relación con la actividad sexual", dice, "pero con los primeros casos en hemofílicos y después en heroinómanos se empezó a pensar que el origen estaba en la sangre. Hasta que el Instituto Pasteur de París no aisló el virus estuvimos todos los médicos del mundo inmersos en grandes dudas científicas".

Ahora contempla con cierto pesimismo los avances médicos que ha habido en torno a esa enfermedad, a pesar de las grandes investigaciones que se están desarrollando. "Parece que todavía falta mucho tiempo para, conseguir la vacuna", afirma García Pérez.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_