Llega 'Clerks', la última sorpresa del cine independiente norteamericano
La película fue premiada en el festival de Sundance
Rodada en blanco y negro, en 16 milímetros (formato habitual de los realizadores con ideas y pocos recursos), Clerks se ha convertido en un fenómeno dentro del actual y prolífico cine in dependiente norteamericano. Su director, Kevin Smith, y su productor, Scott Mosier, acudieron ayer al estreno de la película en Madrid. Ambos se han visto superados por el éxito de esta comedia posgrunge, galardonada en los festivales de Sundance (Premio de los Realizadores) y Cannes (Premio de la Crítica).
El director Kevin Smith luce gorra promocional de su película, Clerks, protagonizada por Brian OMalloran, y un pin de Batman. Incluso se interesa por el éxito comercial de esa superproducción en España. Como la mayoría de los cineastas de su generación, su cultura cinematográfica responde a un popurrí de películas independientes, cine gore, cómics... Son muchas las referencias de estas artes en los diálogos y situaciones de Clerks, una comedia que algunos han calificado de post-grunge o, ya puestos a epatar, post-generación X. "En América también sufrimos esas modas", asegura Kevin Smith, "pero son tan pasajeras que apenas nos molestamos en aprender las etiquetas. Nosotros sólo hemos hecho una película divertida, sin rollos sociológicos de ningún tipo".El decorado de Clerks es sencillo: una tienda para compras urgentes y un vídeoclub que abre cuando le da la gana al dependiente. Dos chavales al otro lado del mostrador dan la cara con sus ideas extravagantes, con sus dudas, sus desamores, sus chistes... "En cierto modo es, una comedia de situación", confirma el director, "e incluso, hemos recibido ofertas para hacer una serie de televisión. Pero no todas las anécdotas son reales. Sí, el lenguaje es el de la calle (los franceses la han bautizado como la película peor hablada del año"), pero las historias son una mezcla de biografía y fantasía. Eso sí, no hubo nada de improvisación".
A pesar de las amenazas de recibir en Estados Unidos la valoración NC-17 (para mayores de 17 años), al final llegó a todos los públicos. "Ahora," se sorprende Scott Mosier, "hasta tenemos la posibilidad de trabajar para la Universal, o la productora de Spielberg".
Todos los actores son jóvenes desconocidos y la música es de Scott Angley, un compositor con mucho futuro. El guión -estructurado en sketches salvajes, con diálogos casi misóginos y pornográficos, y situaciones necrófilas- demuestra que con tres millones de pesetas y un buen equipo se puede hacer buen cine.
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