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Tribuna:DEBATE SOBRE UN MODELO DE ESTADO
Tribuna
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Rusia, ¿república o monarquía?

La reciente visita de su majestad la reina de Inglaterra Isabel II a Rusia reavivó el debate sobre la conveniencia de restaurar la forma monárquica de gobierno en Rusia. Cautivados por la inteligencia, el tacto y los nobles modales de la huésped, muchos rusos la comparaban involuntariamente con aquellos que han gobernado nuestro Estado en los decenios que siguieron al derrocamiento de la autoridad imperial en 1917. La comparación no resultó favorable para los líderes de la era soviética.Con la ayuda de los medios de información, ahora libres de censura, los rusos han hecho un enorme descubrimiento: los parientes cercanos del último zar Nicolás II son gente normal. En septiembre, la duquesa Leonida Gueórguievna fue recibida por el presidente de la Duma (Cámara baja del Parlamento), Iván Ribkin. Éste se mostró comprensivo ante la solicitud de la aristócrata de sepultar de acuerdo con el rito ortodoxo al emperador, su esposa, los hijos de ambos y a quienes estaban con ellos, en 1918, cuando fueron fusilados por los bolcheviques en Yekaterimburgo. Se le prometió que la Duma estudiaría el problema de la rehabilitación jurídica del último emperador.

No se descarta que la ceremonia de sepultar los restos del terror rojo identificados por expertos internacionales se realice el 5 de marzo de 1995, Domingo de Perdón, en la catedral de Pedro y pablo en San Petersburgo. Se espera que una comisión estatal adopte la decisión definitiva después del proceso judicial por el asesinato de la familia real, que fue incoado por la fiscalía de rusia basándose en los antecedentes de los peritajes científicos.

Los rusos recibieron con franca simpatía la noticia de que la duquesa tiene la intención de enviar el próximo año a su nieto Jorge, de 13 años, a estudiar a la escuela naval Najímov, antiguo Cuerpo Naval de Cadetes, en san petersburgo. La intención de la viuda del pretendiente al trono imperial, el duque Vladímir Kirílovich -cuyos restos fueron sepultados en el mausoleo de los Románov en San Petersburgo en mayo de 1992-, recordó a los historiadores el camino recorrido por el actual rey de España, Juan Carlos I, quien en su juventud también regresó a la patria para recibir educación militar y civil.

Como entonces en la España de Franco, hoy en la Rusia democrática actúan organizaciones mornárquicas de las más diversas orientaciones. En octubre, en Moscú, en la Sala de las Columnas de la Casa de los Sindicatos, se realizó una conferencia monárquica en la que se acordó elegir un emperador.

Continúan apareciendo nuevas candidaturas de posibles pretendientes al cargo de jefe coronado del Estado, algunas de ellas completamente inesperadas. En la conferencia monárquica de toda Rusia estaba Nikolái Alexáyevich Romanov-Dolski , quien afirma ser nieto de Nicolás II e hijo del zarevich Alexéi, que, según dice, se salvó milagrosamente de la matanza en Yekaterimburgo.

La libertad de palabra iguala en derechos a las personas serias y aquellas proclives a. la farsa. Así, ya se han oído propuestas para que el actual presidente de la Federación Rusa tome la iniciativa de la restauración de la monarquía. Además, le sugieren a Borís Yeltsin que sea el regente del futuro emperador.

¿Qué es mejor: la monarquía o la república? Uno de los periódicos moscovitas informaba de los resultados de una reciente encuesta, según los cuales el 24% de los rusos deseaba una monarquía para Rusia y el 43% no se oponía a semejante metamorfosis.En una y otra forma de gobierno, el pueblo puede vivir en la miseria y la arbitrariedad o, por el contrario, en la abundancia y ser el verdadero dueño de su destino y portador real del poder. Todo depende de las condiciones concretas que se han creado en tal o cual estado.

Difícilmente alguien se atrevería a poner en duda los resultados que han logrado elevar el nivel de vida en España y en muchos otros países con monarquía. Me refiero no sólo al nivel de bienestar material de la población de esos países, sino también a los éxitos evidentes en la garantía de los derechos democráticos y libertades personales. Además, los jefes de esos Estados son monarcas hereditarios.El común denominador de los regímenes monárquicos que se apegan firmemente a los principios de la democracia y la libertad es el respeto incondicional a la voluntad del pueblo, que se manifiesta en las elecciones generales al Parlamento. Precisamente son los parlamentarios los que adoptan las leyes y ratifican la composición del Gobierno, mientras que el monarca, como tradicional jefe del Estado, cumple importantes funciones representativas y con su elevada autoridad moral contribuye a la conservación de la estabilidad y la concordia civil.

Uno de los ejemplos más brillantes de este tipo de Estado de derecho nos lo ha dado España en estos dos últimos decenios. El rey Juan Carlos I y la reina Sofía, que reemplazaron al mando del Estado al caudillo [general Franco] e hicieron un aporte invalorable en el desmantelamiento pacífico de la dictadura.

Con esa misma normalidad vive la gente en los países democráticos con régimen republicano: Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia y muchos otros. En algunos de ellos, el papel decisivo en la realización de la Política del Estado le pertenece al presidente; en otros, al Parlamento, pero en uno y otro caso es la población adulta la que se erige en las elecciones como árbitro supremo.

¿Es posible en un futuro próximo la restauración de la monarquía en Rusia? Me atrevo a afirmar que no. Hoy para nosotros no se puede hablar de monarquía parlamentaria ni absoluta. Incluso aunque encontremos un candidato al trono que por su inteligencia y todas las cualidades humanas supere a los más brillantes e ilustrados representantes de las casas reales e imperiales del mundo contemporáneo.

El establecimiento de una monarquía absoluta significaría el retorno al Estado en que comenzaron las desgracias de Rusia. Por definición propia, la autocracia excluye el principio de la democracia, pues eleva las prerrogativas del zar por encima de las facultades de los representantes del pueblo. ¿Estarán dispuestos los rusos a renunciar a los derechos que han conquistado por primera vez en la historia a pocos años del final de siglo? Desde luego que no. La monarquía parlamentaria es imposible por las mismas razones que nos impiden vivir por ahora en una república de tipo parlamentario: en nuestras condiciones concretas, ésta conduciría a la anarquía y a la parálisis del Estado.

En principio, la monarquía parlamentaria (constitucional) es muy parecida a la república parlamentaria. Pero una y otra pueden funcionar de manera eficaz siempre y cuando se cumpla una condición indispensable: deben apoyarse en un sistema de partidos políticos poderosos e influyentes. En este caso, la responsabilidad principal por las decisiones adoptadas recae sobre el partido que resulta vencedor en las elecciones y que controla el Parlamento.

En la Rusia de hoy todo es distinto. Aún no ha nacido el pluripartidismo real. La actual atomización de las distintas fuerzas políticas convierte la responsabilidad de los partidos ante los electores en irresponsabilidad colectiva. Así ocurrió en Francia antes de De Gaulle y la creación de la V República.

De este modo, la única forma eficaz de dirigir de forma responsable la vida estatal en Rusia en esta etapa histórica sigue siendo la república presidencial, en la cual por el éxito o el fracaso del rumbo político ofrecido al pueblo responde personalmente el presidente, elegido en votación general. Así es que los pretendientes a la corona del zar, con todo el respeto que nos merecen, tendrán que esperar tiempos mejores.

Anatoli Krásikov catedrático, es jefe de Prensa del presidente de Rusia.

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