Una broma sobre el coste del pene de un bebé termina en una tragedia china
En China, donde el tener hijas ha sido históricamente una desgracia y el tener hijos un don del cielo, los hados quisieron jugarle una mala pasada a un orgulloso padre y convirtieron el nacimiento de un niño en una autentica tragedia.El campesino Wang Tianbao, de la oriental provincia de Henan, se arriesgó a contravenir la ordenanza actual del Gobierno chino de "una familia, un hijo" cuando tuvo ahorrado el dinero suficiente para pagar la obligatoria multa que su desacato a la ley exigiría.
Wang fue efectivamente multado por 3.000 yuanes (45.000 pesetas) cuando su esposa dio felizmente a luz un varón, según una información aparecida en el diario Guangxi Ribao y recogida por la agencia Reuter.
Sonriente y sosteniendo el niño entre sus brazos, Wang bromeó sobre el alto coste de haber tenido un varón que prolongara el apellido de la familia. "¡Tres mil yuanes de multa por este pequeno pene! ¡Deberíamos de habérselo cortado!", dijo entre risas.
Un cuchillo de cocina
Poco después, Wang se fue al campo a continuar con la tarea diaria y el bebé se quedó al cuidado de sus dos hijas de seis y siete años. Sin que nadie se hubiera dado cuenta, las pequeñas habían tomado al pie de la letra las palabras del padre y en cuanto se quedaron solas decidieron ponerlas en práctica. Con un cuchillo de cocina segaron el pene del pequeño y de paso la vida de su hermano que se desangró irremediablemente a continuación.
Cuando Wang volvió del campo y se encontró el horror que habían hecho la niñas, su dolor rayó en una rabia cegadora y no se le ocurrió otro castigo que ahorcar a las dos hijas con la primera cuerda que encontró a mano. Apenas le dio tiempo a darse cuenta de lo que había hecho, se bebió una botella de insecticida y cayó fulminado por el potente veneno.
Li Lanhua, la esposa, no pudo soportar la escena que se encontró al empujar la puerta de su casa. Desquiciada se rasgó las vestiduras hasta arrancárselas a trozos y desnuda recorrió las calles del pueblo gritando los nombres de su marido y sus tres infortunados hijos.
La tragedia ha conmocionado a toda la provincia, en la que miles de campesinos, al igual que Wang, se han saltado a la torera la política de "una familia, un hijo", que Pekín considera elemental para desarrollar el país y evitar el crecimiento descontrolado de una población que supera los 1.200 millones de habitantes, de los que el 78% son campesinos.
Pero en contra de esta política actua la privatización de la tierra realizada en los años 80, que lleva a muchos de los trabajadores del campo a considerar que necesitan otros brazos masculinos para ayudarles en su tarea y, tras la hija -algunos incluso han recurrido a la vieja práctica de asfixiarlas al nacer-, buscan el hijo varón.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.