¡Están atacando al Caudillo!
En varias ocasiones a lo largo de su vida Franco pareció perder su frialdad y se indignó en contra de lo que consideraba como ataques a su persona aparecidos en la prensa extranjera. Entonces transmitía su ira en tercera persona, empleando la frase que sirve para titular este artículo. Un compañero de armas, Kindelán, descubrió la clave esencial que explicaba su comportamiento. Franco padecía el "mal de altura", esa especie de eufórica y desquiciada megalomanía que invade a los alpinistas que suben por encima de aquella altura para la que su naturaleza les ha dotado.Líbreme Dios de acusar a Federico Jiménez Losantos de franquista o de proclive a cualquier tipo de dictadura. Si he hecho mención a esa anécdota ha sido tan solo por recordar un registro muy humano, pero también harto peligroso. El "mal de altura" también puede afectar a quien se atribuye la misión de mentor de la derecha española. Por una vez habrá que dedicar a esa osadía unas líneas.
El articulista de la prensa conservadora tiene las ínfulas de ser un representante eximio del liberalismo y en esó se equivoca. Marañón decía que el liberal se caracteriza por intentar comprender las razones de los otros y él parece más bien dispuesto a imponer las propias, incluso sin pensar si son sinrazones. Aseguraba también Marañón que lo peculiar de un liberal es saber que el fin no justifica los medios, pero quien va de cruzado por la vida suele emplear cualquier tipo de argumento denigratorio con tal de que vea en él utilidad dialéctica. Azaña ponderaba en el liberal la exactitud, la moderación y la cordura pero él prefiere interpretar la realidad a base de fabular dramáticas y barrocas conspiraciones en las que siempre resulta el héroe.
Hay quien considera que lo malo de Jiménez Losantos es el uso más que generoso que hace de sus fuentes, pero yo pienso que la cosa-es peor cuando ensaya la originalidad. Para ser un buen mentor de la derecha habría que comenzar por el esmero en el diagnóstico. No es éste el caso: en uno de sus libros describe la actual situación española como una "dictadura", lo que ya empieza por ser irritante cuando no hace tanto tiempo tuvimos una aquí que ha dejado tristes huellas, aparte de que no demuestra muy buena opinión de los españoles. Luego se enzarza en una disquisición sobre eltotalitarismo y en este tema complicado, que ha producido una literatura casi infinita, sencillamente desbarra; hay opiniones que se quitan leyendo pero es imposible cambiarlas si ni siquiera uno sabe que no sabe. Lo pésimo del caso es que existe un problema objetivo, una democracia con un nivel de calidad francamente mejorable por culpa de los socialistas -y también de otros- y ese diagnóstico, unido a una ensalada de megalómanas e ínfimas cuestiones personales, concluye en dificultar su resolución.
Se atribuye a un conocido periodista la afirmación de que Jiménez Losantos es la persona que mejor se indigna en España, y ése es mérito que nadie le negará. Tiene, sin embargo, en su favor un punto de partida óptimo, que es la distancia entre lo que es y lo que intenta ser. En general, nadie es gran cosa, pero habrá que convenir que para pretender convertirse en mentor de la derecha española hacen falta más conocimientos, poco sectarismo, no tantas pretensiones de pontificar sobre todo, un rato de lectura diaria, un talante ponderado y cierto reposo. De lo contrario se practica la estrategia exasperada de la confrontación y, cuando ni eso basta, se desemboca en el insulto personal. Eso recuerda a un estalinismo que, como talante, no como ideología, no estoy tan seguro que nuestro personaje haya abandonado. El mentor de la derecha (¿o de la extrema derecha?) es un caso -¡tan humano!- de radicalización ideológica por sus insuficiencias. Al "mal de altura" se suele llegar por limitaciones en la talla propia.
He votado poco al PSOE y algo más a aquello que ahora dice representar el PP. Entra dentro de lo posible, como es natural, que lo vuelva a votar aunque, por supuesto, no lo prometo; nunca, en cambio, ese partido me dará miedo. Pero si alguno de los mentores de la derecha son como el citado, debo decir que eso me produce pavor. No por uno, que, a fin de cuentas, excepto en la época de UCD, estuvo siempre en la oposición, sino por la propia derecha española, que, por lo menos, es algo que viene bien que exista.
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