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El Gobierno británico dice que dimitirá si no se aprueba el presupuesto para Europa

Un nuevo pulso entre el Gobierno de John Major y los sectores más recalcitrantes del Partido Conservador amenaza con llevar al Reino Unido a elecciones anticipadas. Esta vez se trata, de la espinosa cuestión del presupuesto europeo y el aumento de la aportación a Bruselas. Mientrasel Gobierno intenta convencer a la opinión pública de lo apropiado de esta medida, los euroescépticos tories han anunciado ya que votarán contra la nueva ley cuando se presente, el lunes, en los Comunes. El Gobierno asegura que si no se aprueba el proyecto habrá dimisión en bloque e inmediata convocatoria de elecciones.

Las aguas están revueltas en la siempre tormentosa piscina -más justo sería hablar de ciénaga- del partido conservador. Con Europa como telón de fondo, en la última semana se han sucedido las declaraciones violentas y amenazado ras desde todos los sectores.El miércoles por la noche, esta interminable batalla se cobró una nueva víctima. Patrick Nicholls, de 43 años, uno de los cinco vicepresidentes del partido, tuvo que dimitir precipitadamente tras conocerse el contenido de un artículo firmado por él en un periódico de su circunscripción electoral, en el que arremetía contra los dos más poderosos países comunitarios: Francia y Alemania.

Nicholls calificaba al primero de "una nación de colaboracionistas" y añadía que la mayor aportación de los alemanes a Europa había sido arrastrarla a dos sangrientas guerras mundiales en el último siglo.

Un episodio más que, según el Partido Laborista, no deja dudas respecto al grado de división interna de los conservadores. Pero un episodio menor si se compara con la batalla del presupuesto europeo.

Primer asalto

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El primer asalto de esta agotadora y permanente guerra de guerrillas entre pro europeos y euro rebeldes, se desarrolló el pasado miércoles, cuando la Reina, en su tradicional discurso de apertura del nuevo curso parlamentario, citó entre las nuevas leyes a debatir en este periodo legislativo la correspondiente al nuevo presupuesto comunitario.

Como consecuencia del acuerdo alcanzado en la cumbre comunitaria de Edimburgo, en diciembre de 1992, los británicos tendrán que aumentar su aportación a la Unión Europea desde los 1.700 millones de libras -340.000 millones de pesetas- inicialmente previstos hasta 2.400 millones -es decir, cerca de medio billón de pesetas- para el ejercicio de 1994-1995.

Algunos de los rebeldes más conspicuos, caso de los diputados Bill Cash y Tony Marlow, han asegurado ya que votarán en contra de la ley, en tanto el Gobierno no sea capaz de asegurar su capacidad de controlar el fraude en las instituciones europeas.

Lo cierto es que, disponiendo de una mayoría tan justa -de sólo 14 parlamentarios- como es el caso, el Gobierno necesita de todos los votos de su partido en la Cámara de los Comunes para sacar adelante la ley, de la que ha hecho una cuestión de confianza.

El miércoles, el propio canciller del Exchequer (ministro de Hacienda), Kenneth Clarke, amenazó a los tories con la dimisión del Gobierno en pleno si el nuevo presupuesto no era aprobado.

Quizás todo sea una bravata de los miembros de un Ejecutivo que se ve permanentemente torpedeado desde las filas de sus propios parlamentarios cada vez que se plantea una medida delicada en la Cámara de los Comunes.

Pero en todo caso y por una vez, John Major parece decidido a poner orden en las rebeldes filas conservadoras. Lo malo es que, si pierde el pulso y se decide a cumplir su palabra, las consecuencias pueden ser catastróficas para todos los conservadores.

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