Un servicio deplorable .

Hace pocos días he acudido, junto con otras 150 mujeres españolas, al encuentro celebrado en Viena preparatorio del IV Congreso Mundial de la Mujer, que se celebrará en 1995 en Pekín. El único día libre que tuvimos fue el domingo, así que organizamos una excursión -a Hungría; las que no teníamos pasaporte acudimos a nuestra embajada en Viena a que nos los proporcionaran,, donde recibimos el peor trato que hubiéramos podido esperar.La señorita encargada de los pasaportes se portó de forma. desconsiderada y grosera: empezó por decir que ella tenía que: irse a la una; cuando llegamos a la embajada se había ido ya, sin dejar a nadie que nos pudiera atender; la estuvimos esperando, hasta las cuatro de la tarde.

Cuando volvió se sorprendió de vernos esperando; con maneras airadas nos dijo que hacía más de lo que le correspondía, que ella no firmaba, que estaba harta de tanto trabajo que no era suyo; cuestiones que, quizá, sean ciertas, pero que en ningún caso eran de nuestra incumben cia. Trató de quitarnos de encima mandándonos, a hacer unas fotografías a la estación Sur, bastante distante de allí; otro funcionario nos acompañó amablemente a una tiendecita cercana donde nos hicieron las fotos; regresamos con las fotos, los impresos y el dinero. Así, no le que dó más remedio que hacer que 16 ,intentaba: fue haciendo de uno en uno los pasaportes, llegando a entregarnos dos, y cuando hizo como que iba a empezar el tercero nos dijo que no podía seguir porque los sellos los había guardado el señor de seguridad en la caja y no tenía acceso a ellos. Ante nuestras protestas salió quien dijo ser el canciller, quien nos repitió que los sellos habían sido guardados.

Lo cierto es que, desde que llamamos por la mañana, esta señorita no hizo otra cosa que ponernos pegas y contarnos su vida; que no quiso hacernos los pasaportes, que nos hizo perder cinco horas de trabajo, más de 2.000 pesetas a cada una y nos estropeó la excursión de nuestro día libre-