Condenado el director del mayor centro italiano antiroga por encubrir un homicidio
Ex adictos denuncian malos tratos sistemáticos en San Patrigniano
San Patrigniano, la mayor comunidad terapéutica para drogadictos de Italia y probablemente de Europa, y la más popular con sus 2.500 internos, ha sido siempre motivo de polémica por sus métodos duros, carismáticos, opacos y acientíficos. Pero hoy la polémica se torna en procesos. Decenas de sus ex miembros denuncian haber participado en malos tratos sistemáticos contra otros internos ordenados por el fundador, el controvertido Vincenzo Muccioli, que acaba de ser condenado a ocho meses de cárcel como encubridor de un homicidio.
Muccioli, un ex gestor de restaurante dotado de cierta vena mística que llegó a provocarle estigmas en las manos, ha sido, sin embargo, absuelto de la acusación más grave: la de haber participado en el asesinato de Roberto Maranzano, un siciliano de 30 años que entró en San Patrigniano para curarse de la droga, y fue encontrado muerto en un vertedero de Nápoles, con el cuello roto.Ocurrió en 1989 y, el pasado mes de marzo, fue condenado como homicida Alfio Russo, responsable del matadero de la comunidad, que es donde se ha demostrado que ocurrió el crimen. Muccioli ha negado haber ordenado la muerte de Maranzano, pero ha reconocido que ocultó aquel hecho sangriento "del que tuvo noticias bastante inmediatas. Su condena, escandalosa por lo leve, refleja la atenuante de utilidad social y humana de la labor de Muccioli, acogiendo implícitamente el argumento del director de que, por el bien de San Patrigniano, él no podía revelar los secretos de sus "hijos".
Durante el proceso han surgido, sin embargo, indicios de otras presuntas atrocidades. Walter Delogou, ex chófer del director, hizo oir al tribunal una grabación en la que Muccioli comentaba que "hay que pegarle un tiro, o mejor, administrarle una sobredosis, dos gramos de heroína y estrictina" a otro interno conflictivo.
Varios ex adictos y ex dirigentes de la comunidad se han autodenunciado por haber participado en escuadrones organizados por Muccioli para secuestrar y maltratar posteriormente a los que huían antes de, concluir la terapia. Los jueces investigan estos casos, al tiempo que tratan de aclarar el suicidio de otra ex interna, incapaz de resistir los castigos, según sus compañeros.
Muccioli, personaje de físico imponente, con un bigotito a mitad de camino entre los de Charlot y Hitler, contempla todo esto con la confianza del que acaba de ser absuelto de denuncias más graves. También con la seguridad de quien reina sobre un centro de 320 hectáreas en Emilia Romaña, en el que se cría ganado, perros y caballos, y se produce vino y tejidos que proporcionan grandes beneficios.
De sus conversaciones grabadas, ha dicho que eran un simple desahogo, por el que ya pagó a Delogou cerca de 15 millones de peseta en concepto de chantaje. De los testigos incómodos, sostiene que son gentes que no llegaron a rehabilitarse y que ahora buscan publicidad y, quizá, dinero.
Defienden a Muccioli y a "Sanpa", como dice los afines, la crema de la derecha italiana, con la misma pasión que ponen en criticarla exponentes de la izquierda y los antiprohibicionistas, incluídos los que hoy forman parte del Gobierno de Berlusconi. Hace pocas semanas, hasta cuatro ministros se juntaron, en pleno proceso para la inauguración oficial de unas instalaciones del centro, que, además, habían sido construidas ilegalmente. Todo ello mientras la magistratura investiga si las acusaciones de malos tratos y violencias reiteradas tienen fundamento.
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