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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un Kohl disminuido

HELMUT KOHL ha sido de nuevo confirmado canciller de Alemania. Su éxito es extraordinario; es el jefe de Gobierno de la República Federal más longevo de la historia, el hombre que ha presidido la reunificación del país, el líder que ha auspiciado la idea de una Europa nueva que aspira a una construcción cada vez más integradora y el dirigente del país que constituye el motor económico de la Unión Europea. Pero siendo todo ello cierto, no es toda la verdad.Kofil ha sido reelegido en el Bundestag por sólo un voto. La solidaridad de su partido y de sus aliados en el Gobierno, los liberales, se ponía en duda y, sin embargo, básicamente, ha funcionado. El resultado favorable de las pasadas elecciones legislativas lo había sido de extrema justeza. El canciller había revalidado mandato, pero no parece aventurado afirmar que contó más el tono gris de su rival, el socialdemócrata Rudolf Scharping, que sus algo gastados atractivos para ganarse una vez más al electorado.

El sistema político federal no pone demasiado en peligro la continuidad del canciller por el hecho de que cuente con un margen tan estrecho en la Cámara, puesto que exige que cualquier moción de desconfianza lo sea también de confianza; es decir, que hay que proponer un sustituto en la jefatura del Gobierno para desensillar al ocupante, y el líder del PSD difícilmente recogería votos suficientes en el Bundestag para presentar su candidatura. Pero ello no impide que sea un Kohl usado por el poder el -que ahora inicia su mandato.

Esa relativa debilidad del líder alemán se ve acrecentada por el resultado electoral, también precario, de sus aliados. El FDI? entró en la Cámara apenas superando el mínimo del 5% del voto nacional. Y el partido liberal tiene, a la vez, que, hallar nuevos motivos de atracción para el electorado y resolver sus diferencias con el el partido de Kohl para redorar blasones.

El nuevo atractivo podría ser, a plazo, un cambio de alianzas, como ya ha ocurrido en el pasado, decantándose por una coalición con el SPD. El futuro de Europa marca serias divergencias entre liberales y democristianos. Mientras la CDU-CSU ha presentado un esquema institucionalizado de Europa a dos velocidades, en el que Alemania y Francia constituirían un directorio sobre los tres socios del Benelux y el resto de los miembros un segundo pelotón, el líder del FDP, Klaus Kinkel, asegura que su partido no pasa por ahí.

En esas condiciones, Kohl difícilmente podrá impulsar sus planes de cuasi-federalización de Europa; deberá asumir desde una posición delicada la enorme complicación que supone la progresiva introducción en la UE de sus grandes aliados-pupilos del Este, especialmente Hungría, Polonia y la República Checa. Para ello deberá tratar con guante blanco a sus socios del FDP. Kohl, el gigante de tantas reelecciones, no se ha convertido en un pigmeo político, pero sí tendrá que tentarse la ropa para seguir gobernando.

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