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Un millón de italianos toma las calles de Roma en guerra contra el Gobierno de Silvio Berlusconi

Una masa sin precedentes de un millón de personas -800.000, según la policía; 1,5 millones, según los organizadores- llegadas de toda Italia se manifestó ayer durante cinco horas, repartida entre tres zonas de Roma, para protestar por la política económica, pero no sólo económica, del Gobierno de Silvio Berlusconi. La concentración prosigue la campaña contra la ley de presupuestos iniciada con la huelga general del 14 de octubre y tendrá continuidad en otras acciones. "No nos detendremos hasta obtener resultados", afirmaron ayer los líderes sindicales que han declarado esta guerra a Berlusconi.

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Tono hosco, a menudo insultante -"la calle hará caer al Gobierno", "vete a tomar..."- y muy centrado en la persona del primer ministro, sobre los carteles y pancartas portados por cientos de miles de italianos que viajaron hasta Roma a bordo de unos 8.000 autobuses, 50 trenes, varias decenas de aviones y cuatro barcos.Abundancia de gente madura en una manifestación que tenía como lema destacado la oposición al recorte de las pensiones. Pero fue también numerosa la gente joven. En todos los cortejos, marcharon grupos de trabajadores extracomunitarios.

Una concentración de estas proporciones sólo había sido vista en 1984, con ocasión de dos hechos históricos: la primera gran manifestación contra la reforma del mecanismo de revisión automática de los salarios -la célebre escala móvil- y los funerales de Enrico Berlinguer, el líder y padre del eurocomunismo.

La repetición del récord ha sido favorecida por la serie de errores políticos, ambigüedades y contradicciones internas que el Gobierno tripartito de Berlusconi ha acumulado durante el primer semestre de su mandato.

Protagonismo recuperado

En el mismo breve plazo, los líderes de las tres grandes centra les sindicales -CGIL, CISL y UIL- han recuperado, desde la oposición, un protagonismo que perdieron totalmente en los dos últimos años, mientras apoyaron de modo más o menos abierto a los gobiernos de Giuliano Amato y Carlo Azeglio Ciampi.Entonces, fueron agredidos cada vez que acudieron a las manifestaciones. Ahora, miden el éxito y estiman sus fuerzas suficientes para desafiar al Gabinete. "Si el Gobierno quiere reanudar el diálogo, debe dejar los fusiles porque no nos encontrará manos arriba", dijo Pietro Larizza, secretario de la UIL, el sindicato democristiano, durante el mitin que pronunció en Piazza del Popolo, el mismo sitio donde Benito Mussolini celebraba sus desfiles.

"La solidaridad debe ser cosa de todos, proporcionalmente a la riqueza de cada uno", afirmó Sergio D'Antoni, secretario de la CISL, ex socialista, en la plaza de la basílica de San Juan de Letrán donde los comunistas han solido celebrar sus mítines.

"El precio de la debilidad y de la incapacidad de gobernar [del Gabinete] no puede recaer sobre los trabajadores", sostuvo Sergio Cofferati, secretario de la CGIL, ex comunista, en el enorme espacio del Circo Massimo, que concentró al grueso dé la manifestación, estimado en más de 400.000 participantes.

Los sindicatos italianos no discuten la necesidad de austeridad ni el objetivo gubernamental de ahorrar en los próximos presupuestos unos 50 billones de liras (más de 4 billones de pesetas). Pero rechazan que ese es fuerzo se concentre en las pensiones y la sanidad, en lugar de realizarse a través de la supresión de desgravaciones fiscales y de la lucha contra el fraude.

Ha contribuido a aumentar el malestar que la única medida fiscal adoptada para financiar las ayudas al norte, destrozado por las recientes inundaciones, haya sido suprimir este año ciertos descuentos fiscales que corresponden a los asalariados para compensar la inflación.

También provocó ayer protestas el hecho de que el Gobierno ponga en juego la confianza para que se apruebe en el Parlamento el lunes un plan de convalidación de construcciones ilegales ligado a los presupuestos del Estado como medio para aumentar los ingresos.

La moción de confianza es un medio utilizado habitualmente en el Parlamento italiano a fin de lograr que una norma sea aprobada con rapidez y sin enmiendas. Contra el plan de convalidación, hay planteadas más de 200. Por ello, los sindicatos lo rechazan como una señal de que el Gobierno no quiere el diálogo.

Pero es improbable que la cuestión de confianza vuelva a ser planteada en relación con la reforma de las pensiones, un tema muy importante y en el que seguramente Berlusconi no lograría el apoyo de sus aliados para proceder expeditivamente.

Las denuncias contra el Gobierno formuladas ayer por los líderes sindicales y los manifestantes no se agotan ahí. Cofferati dijo que este Gobierno quiere limitar el pluralismo de la información y la autonomía de la Banca de Italia", mientras D'Antoni afirmaba que el sindicato debe apoyar a los jueces.

El jefe del Gobierno italiano anuncié anoche que no tiene intención de modificar los presupuestos "a pesar de la atmósfera Ilena de venenos, dobleces y rencores que hay en el país". Berlusconi declaró que lo que hay que hacer es "trabajar y no hacer la huelga".

Giuliano Ferrara, portavoz del Gabinete, comentó horas antes que "a los gobiernos no se les vence con manifestaciones, sino con el voto".

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