"Unos ocho guardias civiles se turnaron para darme golpes"
Después de más de quince días, ni la juez de Colmenar Viejo, Nuria García de Lucas, ni la Guardia Civil se han pronunciado aún sobre la denuncia de los tres jóvenes de Colmenar Viejo (27.000 habitantes) que declararon haber recibido malos tratos y vejaciones a cargo de una decena de guardias civiles. Las actuaciones de los agentes que, tras el altercado en un bar, detuvieron a los chavales y la de todos los que estuvieron de servicio ese fin de semana son objeto del expediente abierto por el jefe de la 1 12ª Comandancia. Mientras tanto, José Luis Villanova, de 19 años, el menor de los tres, ha querido contar los pormenores del trato recibido en las dependencias de la Guardia Civil para evitar "que vuelvan a suceder este tipo de hechos".
Pregunta. ¿Qué cree que pudo motivar su detención?
Respuesta. No lo sé. Lo primero que me dijeron es que tenía que reconocer que les había agredido en el bar Color, una pelea que ni siquiera presencié. Después me dijeron que me detenían por ser amigo de la Policía Municipal, por una protesta en las fiestas de Colmenar, en los toros y por haber hecho la mili en las COES.
"Arañazos en los pómulos"
P. ¿Dónde le detuvieron?
R. El domingo 23 de octubre, hacia las once de la noche, unos metros antes de llegar a casa. Allí ya empezaron a amenazarme, y nada más entrar en el cuartel, un cabo primero que tenía arañazos en los pómulos me empujó, me di contra una mesa y rompí un cenicero; al caer me dio patadas hasta que un compañero le dijo que me dejara porque me iba a dejar marcas. Otro, de 1,85 metros creo, entró a darme también; eran dos los que me pegaban, pero había unos cuantos más, que los reconocería a todos. De allí me llevaron al ambulatorio para que me examinara.
P. ¿Le interrogaron?
R. Sólo me decían: "Reconoce que nos has agredido", y yo contestaba que no.
P. ¿En el centro de salud le observaron lesiones?
R. No se veían; me dieron mucho detrás de la cabeza y en el pecho, pero en la cara sólo algún cachete con la mano abierta y no se notaba. No podía decir nada delante de cuatro guardias civiles.
P. Al volver al cuartel, ¿le llevaron al calabozo?
R. ¡Qué va! En la sala de espera había unos ocho o diez guardias, la mayoría de paisano, y empezaron otra vez los insultos y amenazas, que continuaron casi toda la noche. Volvieron a entrar los dos que antes me pegaron y aluciné mucho cuando el cabo primero -que nada más verme me había dicho que me iba a pegar dos tiros-, después de haberse cansado de pegarme, me dijo que ya estaba tranquilo y empezó a contarme su vida; me decía cosas como que estaba muy contento porque ya sabía que su mujer esperaba un niño y que por eso lo habían estado celebrando; que si yo tenía algún problema el día de mañana recurriera a él o le saludara por la calle cuando le viera.
P. ¿Era el mismo que le, reconoció de las fiestas?
R. No, ése era otro de uniforme, rubio y con perilla.
P. ¿Tuvo algún encontronazo con él antes?
R. No; hacía referencia a que yo tocaba el tambor cuando la peña protestó por el cambio de un toro y nos llamaron al orden, no hubo nada más.
P. ¿Supo que su familia acudió al cuartel para enterarse de lo sucedido?
R. A la una oí que había llegado mi padre y me ordenaron callarme; también me amenazaron cuando hablé por teléfono para que no contara nada. Después me metieron en secretaría y me volvieron a leer los derechos; me levantaban y me tiraban contra una silla; allí había unos ocho que se turnaban a darme golpes.
"Trato de prisionero"
P. ¿Algún otro guardia civil le conocía?
R. Otro sabía que yo había hecho la mili en las COES y era el que más insistía en que me pegara, porque yo lo podía resistir. Insistía en meterme en la bañera, en que iba a pasar el trato de prisionero.
P. ¿Cuándo aparece el doctor Tricornio?
R. Entonces, uno de ellos salió y tres o cuatro detrás de él, de cachondeo, riéndose. Apareció un chico joven con buenos abdominales, vestido con un albornoz azul abierto, bermudas negros, guantes de boxeo y un tricornio; se escondía bastante y juraría que la cara la llevaba tapada con algo blanco. Uno de ellos le llamó doctor Tricornio y me dijo que yo iba a besar el tricornio, mientras otro hacía la farsa para asustarme y decía: "Venga, no le dejéis entrar...".
P. ¿Seguía entonces en la secretaría?
R. Sí; me subían y me tiraban a la silla y me amenazaban con violar a mi madre, mi hermana y mi novia. Incluso decían que todas las mujeres de Colmenar habían pasado por el cuartel y que eran todas unas fulanas; que ellos se divertían desde que acababan las fiestas de Colmenar hasta que volvían a empezar con toda la gente que participaba en ellas.
P. ¿Qué conclusión ha sacado de su detención?
R. Ninguna. Sólo que son conscientes ya de que no he participado en ninguna pelea.
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