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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Horror en Argelia

HACE 40 años, el día de Todos los Santos se desencadenaba la guerra de independencia argelina contra el colonialismo francés, que culminaría casi ocho años más tarde con la proclamación de la victoria de la insurrección nacional en el país magrebí. Argelia parecía entonces uno de los países del Tercer Mundo con futuro más prometedor: la explotación de los hidrocarburos, una agricultura mediterránea con amplias posibilidades de desarrollo, una buena red viaria, una clase política y profesional bien surtida de diplomas, eran factores que justificaban el optimismo.El atentado con bomba en el cementerio de Mostganem, que ha causado la muerte a cinco niños y heridas graves a otras 17 personas, se ha producido precisamente en el 40º aniversario de aquella prometedora fecha. Supera en horror todo lo que se ha conocido en ese país en dos años de guerra civil cada vez más abierta, cada vez mas perversa. Por primera vez son los niños las principales víctimas de los terroristas.

Apenas unas horas antes de este dramático atentado, el presidente argelino, general Liamin Zerual, presentaba una propuesta a primera vista democratizadora: la celebración de elecciones presidenciales antes de finales de 1995. Pero al mismo tiempo señalaba el fracaso del diálogo con los integristas y, por tanto, la exclusión del FIS del proceso electoral.

¿Qué significado puede tener una elección presidencial en un país descuartizado por la guerra civil, si antes no hay una fase de negociación entre las fuerzas políticas, sin exclusiones, que garantice un mínimo clima de convivencia? El giro que se observa en el Gobierno argelino no es hacia un mayor compromiso por buscar una solución política y negociada que aísle a los terroristas, sino hacia el recrudecimiento de los métodos represivos. El ascenso al mando supremo militar del general Mohamed Lamari -conocido por su apoyo a los métodos violentos más radicales- parece confirmar el contenido de la evolución que se opera en los círculos gubernamentales de Argel.

Zerual ha dado por concluido, con el fracaso, el intento de negociación con el FIS que se emprendió en agosto pasado con la salida de la cárcel de los dos dirigentes máximos de esa organización, Madani y Belhadj. El Gobierno argelino inició este intento de negociación con el FIS bajo la presión de varios Gobiernos occidentales que insistían en la conveniencia de un acuerdo político con los líderes Políticos del FIS para el retorno a los métodos democráticos. Madani y Belhadj no fueron puestos en libertad total en su día, sino sometidos a arresto domiciliario. Pidieron sin éxito a Zerual hace una semana la libertad real para reunirse con otros dirigentes del FIS y poder coordinar sus posiciones. La negociación no ha fracasado, sino que no se ha iniciado de hecho.

Todo indica, pues, que el verdadero proyecto político del presidente Zerual no se expresa en el anuncio de una elección imposible en las presentes condiciones, sino en su promesa de que va a erradicar el terrorismo islamista. Pero esa promesa marca sin éxito su política desde hace ya tiempo. Los grupos terroristas se extienden y dominan zonas cada vez más amplias del país. El abandono del camino de la negociación es un error grave que costará seguramente muy caro, no sólo al Gobierno, sino a la sociedad argelina.

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