_
_
_
_
Reportaje:

Cementerios que se mueren

Historias, anécdotas y problemas que se cuentan en los viejos camposantos de los pueblos de Madrid

Vicente González Olaya

La vida pasa a distinta velocidad en los cementerios de la región. Por ejemplo, los coches circulan a 120 kilómetros por hora hasta llegar a los panteones familiares de la vieja necrópolis de Las Rozas (44.250 habitantes), que se levanta entre los carriles de la autopista de La Coruña. En Lozoyuela (650 habitantes), sin embargo, las comitivas van más lentas. "Aquí llevamos a los fallecidos en hombros porque no hay coche fúnebre", recuerda el alcalde, el socialista Francisco Corella. En Chinchón (4.100 habitantes), mientras tanto, sólo permiten el enterramiento en el cementerio parroquial de personas de la localidad. "Si admitiésemos a cualquiera, pronto nos quedaríamos sin sitio", argumenta el párroco Moisés Gualda.

Más información
El descanso de los Alba
Los familiares cavan las tumbas por la falta de enterradores
"No me gusta pasar cerca de mi tumba"

No obstante, en los camposantos de la región aún queda espacio libre para fallecidos: equivale a 100 campos de fútbol como el estadio Bernabéu. Y es que algunos cementerios siguen llenándose, mientras otros, los de muchos pueblos pequeños, van muriéndose poco a poco porque apenas quedan lugareños que los necesiten.

Mañana, decenas de miles de madrileños acudirán a las necrópolis de la capital y de la región para conmemorar el Día de los Difuntos en la festividad de Todos los Santos. Muchos visitantes encontrarán a sus antepasados en el mismo lugar de años anteriores; otros sabrán que los restos de sus familiares ya han sido trasladados a osarios. "Como tenemos el cementerio lleno, cada año tenemos que inhumar los cadáveres más antiguos. Por el momento, levantando las sepulturas de hace 25 años, nos vamos arreglando para dejar sitio a los que fallecen", explica el alcalde de Horcajuelo de la Sierra (83 habitantes), Pedro González, independiente.

La mayor parte de los cementerios son de propiedad municipal, pero también los hay que pertenecen a entidades privadas o a la Iglesia. Dependiendo de sus gestores, los precios de los enterramientos y sus normas funerarias difieren notablemente.

Servicios gratuitos

En Horcajo de la Sierra (110 habitantes), los servicios funerarios son gratuitos. "El cementerio es de todos los vecinos. Nadie paga por ser enterrado aquí, porque son los propios vecinos los que tienen que cavar la sepultura cuando muere un familiar", comenta Cipriano, agricultor de la localidad.En el cementerio parroquial de Chinchón hay otras normas: no quieren forasteros. Una fosa en esta necrópolis resulta bastante más barata que en el resto de los camposantos cercanos. Una tumba cuesta entre 40.000 y 100.000 pesetas. En Madrid capital, sin embargo, el precio se eleva hasta las 530.000 pesetas. Por eso, muchos intentan enterrar en Chinchón a sus familiares. "Tenemos que negarnos a ello, porque de lo contrario nos quedaríamos pronto sin sitio para los del pueblo", explica Moisés Gualda, el párroco. El sacerdote se queja de que la Comunidad no le ayuda en el mantenimiento del cementerio, "a pesar de que la parroquia efectúa una importante labor social".

El párroco de Chinchón no es el único que hace diferencias entre los fallecidos. En Hoyo de Manzanares (4.300 habitantes), los hebreos son los únicos que pueden reposar en el pequeño cementerio judío de la localidad. Este lugar, rodeado de altos muros, únicamente se puede visitar previa autorización de la comunidad judía. Algo parecido ocurre en Griñón (3.370 habitantes), donde los musulmanes tienen también su particular necrópolis, propiedad de la Embajada de Marruecos. Sólo se aceptan fallecidos mahometanos.

En Madrid existen actualmente 260 cementerios, y se están construyendo otros 17. Aproximadamente el 30% de su extensión está aún sin ocupar. Con el terreno disponible actualmente, si todos los madrileños se murieran de golpe tendrían que acoplarse en poco más de medio metro cuadrado. De todas formas, dividiendo Madrid en zonas, los vecinos de la sierra norte estarían más cómodos (tres metros cuadrados por habitante), los del oeste, tendrían que conformarse con dos metros cuadrados y los de Madrid capital no tendrían ni medio metro para cada uno.

¿Mármol o granito?

La región puede ser dividida perfectamente según sus preferencias funerarias. Según los estudios de la Comunidad de Madrid, en la sierra norte, la mayoría de las tumbas no tienen lápida. Los vecinos de las zonas oeste y este prefieren las lápidas de granito. Sin embargo los del sur despiden a sus familiares bajo unos kilos de mármol.Todos los municipios de la Comunidad, excepto Tres Cantos (22.300 habitantes), cuentan con uno o varios cementerios. Desde 1981, año en que ese joven municipio se desgajó de Colmenar Viejo, los vecinos esperan que el Ayuntamiento levante una necrópolis municipal para enterrar a sus familiares cerca.

En Las Rozas, sin embargo, con dos cementerios cerca del centro urbano, tienen otros problemas. La antigua necrópolis está situada en mitad de la N-VI, a su paso por este municipio. "Cualquier día se nos mete un coche dentro del cementerio. No entiendo por qué el ministerio no ha variado el trazado de la carretera al reformar la autopista", comenta un vecino que la semana pasada visitaba el lugar. Este cementerio fue construido en el siglo XIX, cuando la carretera que unía Madrid y La Coruña era sólo un camino de tierra.

En Lozoyuela, cuando el próximo año terminen las obras del cuarto cementerio de la localidad, no tendrán problemas de espacio, pero sí de distancia. "El único problema es que la Comunidad de Madrid lo quiere construir a dos kilómetros del pueblo. Eso es una barbaridad, por que hay gente mayor que no tiene coche. No pueden ir andando tanto trecho", manifiesta el alcalde Francisco Corella, del PSOE. En este municipio, cuando muere un vecino con pocos recursos económicos, los vecinos llevan en andas el cuerpo. "¿Qué le vamos a hacer? El Ayuntamiento no tiene coches fúnebres y el muerto ni puede ir andando ni en la parte de atrás de un coche", bromea Corella.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_