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0,7% no, transparencia sí

La llamada "ayuda oficial al desarrollo", digámoslo claramente, siempre ha sido un instrumento de dominación hacia los países del Tercer Mundo. Utilizada como mecanismo de la política exterior de las grandes potencias y de las antiguas metrópolis coloniales, ha creado países dependientes de las ayudas externas y ha favorecido el surgimiento de una cultura de la dependencia respecto a las donaciones que vienen del Norte. En su mayor parte, además, la ayuda se ha centrado en proyectos suntuarios alejados de las necesidades básicas de las poblaciones, no ha, servido para crear medios de formación y participación de las poblacones teóricamente beneficiadas, y sí ha servido, en cambio, para desarrollar una auténtica corrupción alrededor de los gestores de la ayuda aquí, y muy especialmente allá.El Tercer Mundo jamás se liberará de la miseria y del subdesarrollo económico con este tipo de ayuda, que en realidad oculta programas de exportación que sólo benefician al país donante. En términos generales, puesto que hay importantes matices entre unos países donadores y otros, el cero-coma-pico por ciento dedicado actualmente al desarrollo no es ninguna fórmula mágica para solucionar los problemas del subdesarrollo, sino el mecanismo perfecto para que los dictadores puedan continuar explotando a sus pueblos con el beneplácito del Norte, y para perpetuar y ocultar las auténticas formas estructurales de dominación, cuyo importe, por supuesto, es muy superior al 0,7% del PIB mundial.

Si sabemos eso, y lo denuncia la misma Plataforma en sus comunicados, ¿por qué empeñarnos en mitificar un porcentaje y exigir unos centenares de miles de millones de pesetas que no van a servir realmente más que para el desarrollo de algunas de nuestras empresas y para engordar los bolsillos de funcionarios corruptos del Sur?

A nivel mundial, la mitad de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) de 1992 fue a parar a un grupo de 12 países (excluyendo el caso de China) que recibieron 19.446 millones de dólares de la comunidad internacional. Esos países gastaron una cantidad equivalente en comprar armamento y mantener a sus ejércitos, y seis de ellos tienen gastos militares superiores a la AOD recibida. La ayuda al desarrollo s sirve, en definitiva, para ahorrarse unos dineros del prepuesto que luego pueden desviarse para asuntos militares o extrañe, por tanto, que este grupo de 12 países haya comprado armas por valor de 27.750 millones de dólares en el quinquenio 1987-1991, procedentes de Rusia, EE UU, China, Franc¡a y el Reino Unido, por ese orden (el Consejo de Seguridad en pleno, por cierto). Primero enviamos las armas y vivamos los conflictos, y como servicio posventa, luego enviamos "ayuda al desarrollo" y, si es necesario, nuestros equipos humanitarios.

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Hay, ciertamente, otra forma de ayuda al desarrollo, que s la que se canaliza a través de as ONG. Es más transparente y segura, porque va dirigida a proyectos concretos que suelen estar gestionados por sus mismos beneficiarios. Pero las ONG controlan sólo una pequeñísima parte de este cero-coma-pico por ciento, y en ningún caso pueden -ni deben- gestionar los 470.000 millones que corresponderían al 0,7% en España. Dejarían automáticamente de ser no gubernamentales. Así, dejemos por un momento a un lado la cifra mágica y centrémonos en hacer bien lo que está a nuestro alcance a corto, medio y largo plazo.

A corto plazo debemos exigir, y obtener ya mismo, para 1995, la total y absoluta transparencia y control en todo lo referente a la AOD, en cualquiera de sus componentes (créditos FAD, contribuciones a organismos internacionales, etcétera). Después prescindamos de todo lo que no sea realmente cooperación de ver dad, aunque nos quedemos con cifras ridículas, muy alejadas del 0,7%. Pero, que sea una contribución limpia, exenta de explotación y de dependencia. Exijamos también para 1995 la transparencia y la publicidad en el comercio de armamentos, que boicotea y anula tantos esfuerzos para el desarrollo humano. A medio plazo, seamos capaces de descubrir, analizar y hacer público todos aquellos mecanismos económicos, comerciales, culturales y políticos que sirven a explotar, dominar, rapiñar mantener situaciones de injustic¡a. Y tengamos la osadía de tener paciencia, coraje, sentido común e imaginación para explicar la gente cómo colaboramos, normalmente sin damos cuenta, n todos esos mecanismos. Es de esa forma como, a más largo plazo, surgirán las condiciones para cambio de verdad, porque ya o sera una batalla para reivindircar cifras mágicas, sino una exigencia general de actuar conforme sentimos, creemos y vivimos, esto es, en armonía entre lo que queremos y lo que ya hacemos.

Una huelga de hambre para una cifra mítica repleta de engaños me parece, honestamente, una insensatez y una equivocación. Pero una actitud persistente, alegre, combativa y sin contemplaciones para alcanzar, ya sino, la transparencia y la limieza del cero-coma-pico por nto que resulte de lo que es dendible hoy mismo me parecea, en cambio, una actitud más. dagógica yhonesta, y un prier paso lleno de posibilidades ara un día de mañana con'nueas ambiciones y propuestas. '

Vicenç Fisas es investigador sobre desarme del Centro Unesco de Cataluña colaborador de Médicos sin Fronteras.

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