Profunda decepción
Desde hace varios años soy socio colaborador de Greenpeace España y he participado, en lo que mi disponibilidad de tiempo me ha permitido, en algunas de sus campañas. En concreto, he apoyado la reciente recogida de firmas a favor de la prohibición de redes de deriva, medida con laPasa a la página siguiente Viene de la página anterior
que estoy totalmente de acuerdo, quizá por ser buceador deportivo, lo que me ha permitido comprobar el. sufrimiento de los peces atrapados en las redes.
Soy profesor de universidad y economista. Enseño a mis alumnos lo importante que es tener en cuenta todas las restricciones antes de tomar decisiones. La "restricción ecológica" se olvida fácilmente, lo cual ha sido un error que nos ha llevado a un profundo deterioro medioambiental. Sin embargo, no creo que sea la única restricción que deba tenerse en cuenta. Creo que la eficiencia productiva no debe estar reñida con el respeto al medio ambiente, aunque tampoco opino que la primera deba supeditarse a lo segundo. Bajo este punto de vista, siempre he considerado a Greenpeace la mejor organización de defensa del medio ambiente, por sus propuestas constructivas, su carácter dialogante y su acción directa en aquellos sitios donde son los violadores de la legislación de protección medioambiental los que impiden el diálogo constructivo.
En este orden de cosas, he sentido vergüenza y una profunda decepción al contemplar el bochornoso espectáculo de la acción de dos de nuestros militantes en la Asamblea del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, celebrada recientemente en Madrid.
En primer lugar, porque el estilo no es el de Greenpeace, que utiliza la acción directa, espectacular y propagandística en los casos en los que son otros los que violan las leyes. Utilizar la resonancia del acto, por la presencia de los Reyes y los medios informativos, para denunciar de forma circense un hecho, aunque sea razonable, en un foro en el que habían sido invitados y alrededor del que podían haber montado algún acto explicativo paralelo, entra más en el estilo cobarde de Herri Batasuna que en el de Greenpeace.
En segundo lugar, porque su acción proporciona argumentos sólidos a los que insisten en la "escasez de medidas de seguridad" en esta asamblea, cuando a nadie se le escapa que Madrid ha sido esos días una ciudad tomada por la policía, con un gasto elevado para el bolsillo de los contribuyentes. Lamentablemene, su acción se ha encargado de revelar que este gasto no sólo era justificado, sino, por lo visto, insuficiente.
En tercer lugar, porque ha dañado la imagen de Greenpeace ante los españoles, por tener lugar la acción en la misma sesión en la que intervenía don Juan Carlos, lo que enfrenta a la figura de Greenpeace contra la del Rey de España, un lamentable error estratégico. (Conozco, por amigos asistentes, que los activistas respetaron el turno de intervención del Rey, pero ¿cuántos españoles son conscientes de este hecho al contemplar las imágenes?).
En cuarto lugar, porque creo que el Banco Mundial, si bien ha cometido errores medioambientales en su política de concesión de créditos, no puede ser seriamente tildado de "responsable de los agujeros de la capa de ozono". El Banco Mundial, como casi todos, ha ignorado la "restricción ecológica" a la que me refería al principio y podrá ser criticado por ello.
Ojalá que el daño a la credibilidad de la asociación, a la que sigo perteneciendo, no sea irreversible.-
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