Naturalidad y perfección
Nacida en las postrimerías de la guerra mundial, la Orquesta de la Radio de Stuttgart inició su camino con el director Müller-Kray, pero a partir de los años setenta, cuando toma la dirección Sergiu Celibidache, la inicial y mantenida calidad se convierte en prestigio de resonancia mundial. Su actuación para la Filarmónica madrileña, dirigida por una de las pocas batutas de cinco estrellas que enlazan las mejores tradiciones con el pensamiento y el estilo actual, fue simplemente perfecta.Herbert Blomstedt es un maestro en toda la profundidad y exigencia del término. Cuanto hace aparece ante nosotros como algo sencillo y natural. Sus versiones de la Sinfonía en do, de Sibelius (1903), Muerte y transfiguración, de Strauss (1890) y Matías, el pintor, de Hindemith (1934) nos trajeron el mensaje de la claridad, del buen orden en todo, del equilibrio, la articulación exactísima y el imperio de un alto pensamiento musical. El encanto del músico finlandés en su Tercera sinfonía de talante sereno, es apacible, merodeador de mil pequeñas bellezas dentro de un cuadro general en forma de tríptico y está sometido a una continuidad fuertemente atractiva, sobre todo si se interpreta con veracidad de fondo y máxima pulcritud de forma como fue él caso del miércoles.
Asociación Filarmónica de Madrid
Orquesta de la Radio de Stuttgart. Director: H. Blomstedt. Obras de Sibelius, Hindemith y Strauss. Auditorio Nacional. Madrid, 20 de octubre.
No es dado Blomstedt a excesos expresivos y de verbosidad sonora de los que, con frecuencia, es víctima la obra de Strauss. Muerte y transfiguración, el gran poema desolado de la vida, la miseria y la redención, es acaso el más prolongado nocturno que jamás se haya escrito; también, un ejemplo soberano de lo que fue la invención instrumental en música tras la herencia legada por Liszt y Wagner. El drama está ya en el tema y su musicaflzación; no es preciso, pues, abultarlo. Y esto hace Blomstedt: desentrañarlo con esa naturalidad aplicable a cualquier tipo de contenido, midiendo tanto la íntima tristeza como las eclosiones pasionales.
En fin, Matías, el pintor, sinfonía derivada de la ópera del mismo nombre sobre Grünewald y su retablo de Isenheim, en la que Hindemith da cuenta de su extremada sabiduría pero, no menos, de un sentimiento y una expresividad renovadoras del contrapuntismo barroco y del impulso romántico alemán. Pocas veces, acaso ninguna, hemos escuchado Matías, el pintor con la belleza y la grandeza de ahora.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.