Los técnicos españoles en Argelia se concentran para protegerse del terrorismo
Hasi Mesaud, la capital del petróleo, situada a 900 kilómetros al sur de Argelia, se encuentra alarmada como consecuencia del ataque perpetrado por un comando integrista contra los yacimientos cercanos de Jenchela, que tuvo como resultado el asesinato de dos técnicos extranjeros. En esta ciudad vive un grupo de ocho, técnicos españoles que esperan desde hace dos días instrucciones de sus empresas, que podrían ordenarles el repliegue o incluso la vuelta a sus casas, según se asegura en medios diplomáticos de Argel.
Tres de los técnicos españoles concentrados en Hasi Mesaud pertenecen a la plantilla de Repsol, que desde hace varios años efectúa trabajos de prospección y extracción al sur de la región, en una zona tan amplia como Asturias. Repsol decidió ya meses atrás reducir al mínimo su presencia en Argelia, manteniendo sin embargo abiertas las oficinas de la capital al frente de las cuales se encuentran empleados indígenas.Ayer, los servicios de la Embajada española en Argel trataron en vano de ponerse en contacto con los responsables de Repsol, en un intento de conocer los planes o las medidas de seguridad que eventualmente podrían tomarse para proteger a sus trabajadores. Los mismos servicios consulares lograron con más éxito hablar con uno de los empleados de Repsol residente en Hasi Mesaud.
Otros cuatro técnicos españoles, que trabajan en la empresa anglosajona Weatherford, basada como todas las demás en la ciudad de Hasi Mesaud, estaban ayer ilocalizables para los servicios de la embajada. Pero se tiene la certeza de que se encuentran en perfecto estado, custodiados por las fuerzas de seguridad.
Los servicios del consulado español en Argel rastrearon otros sectores diferentes a los de los técnicos petrolíferos y lo calizaron en los archivos alrededor de una veintena de ciudadanos españoles que habitan en diferentes puntos de la región donde se registró el atentado, según aseguraba ayer el cónsul, Bernardino León.
Los más sorprendidos por la llamada de las autoridades consulares fueron las dos monjas de la orden de las Franciscanas Misioneras de María, residentes en la ciudad de Tebesa, situada a poco menos de 100 kilómetros de donde se había perpetrado el ataque.
Tampoco sabían nada del ataque integrista los ocho técnicos españoles que trabajan en la cementera de Tebesa, recientemente inagurada. En una situación similar se encuentran los seis empleados de la empresa Sidernaval, asentada en la ciudad de Anaba. Este proyecto ha entrado también en la recta final y dentro de pocos meses volverán a casa.
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