Sonoridad incisiva
'Mundo en armonía'-BMV española. Homenaje a Pablo SarasateOrquesta Sinfónica de Madrid. Director: D. Alonso. Solista: S. Marcovici, violinista. Obras de Balada,'Sarasate y Laló. Auditorio Nacional. Madrid, 19 de octubre.
El concierto anual con el que la BMV española se suma a la obra Mundo en armonía estuvo esta vez dedicado a Pablo Sarasate, el hombre que, con Gayarre, "hizo inmortal" a Navarra, según la jota popular. Y, sin duda, el músico español más universal de su tiempo. Una violinista de excepción, la bien conocida Silvia Marcovici (Bacau, Rumania, 1952) y la Orquesta Sinfónica de Madrid, dirigida por Odón Alonso, convocaron gran cantidad de público, que siguió con interés y entusiasmo el homenaje a Sarasate en el 150 aniversario de su nacimiento.
Sarasate recorrió en triunfo el mundo entero, y para su violín escribieron Saint-Saens, Laló, Bruch, Wieniawsky, Joachim y Mackenzie. Cuando se cumplió el centenario, en 1944, Joaquín Rodrigo compuso en memoria de Sarasate su Capricho para violín solo, que estrenó Enrique Iniesta. Y en 1975, Leonardo Balada (Barcelona, 193-23) trazó otro homenaje con el que dio comienzo el programa de anoche. En él, el autor de la ópera Cristóbal Colón trata el zapateado de Sarasate a partir del ritmo y el color instrumental; de la melodía, sólo jirones nos recuerdan, aquí y allá, la obra original. También, y muy representativamente, esta transformación o derivación que la Sinfónica, siguiendo la idea y la acción del maestro Alonso, sirvió con incisivas sonoridades y cambiante combinatoria tímbrica.
En la segunda parte, Silvia Marcovici hizo suyos los Aires bohemios; quiero decir que los asumió con fidelidad y fantasía, a través de preciosas calidades sonoras, un dominio virtuosístico fascinante, una cantabilidad ligada y exenta de retórica y, en resumen, una nobleza artística sólo reservada a los intérpretes privilegiados.
Desde tales valores, Marcovici consigue en la Sinfonía española, de Laló, escrita para y desde Pablo Sarasate, algo ejemplar como musicalidad rigurosa y libre. Temprana muestra del hispanismo musical francés, sin más antecedentes que las oberturas de Glinka y la Rapsodia de Lisn, la sinfonía reduce a unidad la inspiración española y el gusto francés en una continuidad plena de garbo, lirismo y elegancia. El diálogo solista-orquesta hace de ésta una ampliación del violín, de manera que no sirve un trabajo de acompañamiento, sino, tal como escuchamos, una identificación de las dos fuentes sonoras, sin que por ello se oscurezca el protagonismo violinístico. La audiencia, presidida por la reina doña Sofía y la princesa Irene, aplaudió largamente.
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